por Alberto Rodríguez Barrera
Neutralismo es la política o defensa de la neutralidad, en tiempos cuando las relaciones internacionales muestran síntomas de bipolaridad, como medio mediante el cual los estados pueden desasociarse a sí mismos de complicaciones en los conflictos ideológicos que producen estos síntomas.
Practicado antes de 1939 por Bélgica y los estados Nórdicos, su falla en proteger a muchos de estos estados del involucramiento en la Segunda Guerra Mundial no impidió su defensa después de 1947 por el nuevo estado independiente de India, un ejemplo seguido por otros estados asiáticos, ni que se transformara en uno de los factores que inspiraron la Conferencia de Bandung. Fue reemplazado por el más positivo no alineamiento.
La Conferencia de Bandung se llevó a efecto en Bandung, Indonesia, en abril de 1955, con representación de 29 estados de Asia y Africa e incluyendo a la República Popular China. La motivación principal de la conferencia era insatisfacción con la dominación de la política internacional por las peleas entre los bloques estadounidense y soviético, y preocupación por los riesgos de guerra entre EE UU y China.
No alineamiento es el rechazo de los estados a inclinarse a favor de uno u otro de los principales grupos de poder opuestos como existían durante la guerra fría. La no alineación era menos aislacionista que el neutralismo que sustituyó, y estaba asociado con el concepto de neutralidad positiva, la intervención colectiva para impedir que la bipolaridad degenerara en conflicto militar abierto; como en la conferencia de poderes no alineados realizada en Belgrado en 1961, en la que participaron alrededor de 35 países mediterráneos y afro-asiáticos. Las propuestas mediatorias discutidas ahí ganaron tempestuosos oídos por parte de los líderes de los dos bloques, destino que no hizo mucho para disminuir el subsiguiente entusiasmo por el concepto.
Guerra Fría es una frase acuñada por el financista norteamericano Bernard Baruch el 16 de abril de 1947. Describe un estado de hostilidad entre países expresado en acción económica, política o subversiva, sin llegar a la guerra caliente o guerra de disparos. A veces es utilizada para describir relaciones entre la Unión Soviética y los principales poderes no comunistas desde 1917 en adelante, el término está comúnmente restringido a las relaciones, después de la derrota de la Alemania nazista, entre la Unión Soviética y los aliados occidentales. Algunos restringen aún más su operación a los años 1945-1955; para otros el período terminó después de la crisis misilística cubana por el Tratado Anglo-Americano-Ruso de 1963 que restringió las pruebas de armas nucleares.
No intervención es el punto de vista opuesto al derecho de intervención mantenido por los grandes poderes del siglo 19 como parte aceptada de la ley internacional. De acuerdo con el punto de vista entonces aceptado, un estado estaba dentro de sus derechos (por la fuerza si era necesario) en los asuntos de otro estado, donde el gobierno del segundo estado era incapaz o incompetente para ejercer poderes soberanos, particularmente en la protección de los derechos, propiedad y personas nacionales del primer estado. Esta visión fue retada por el jurista argentino Carlos Calvo, quien en 1869 mantuvo que todos los estados soberanos disfrutaban de absoluta igualdad. La Doctrina Monroe negó los derechos europeos de intervenir en las Américas; la doctrina Calvo y la planteada por el argentino Louis Drago en 1903 (puesta en el Artículo 1 de la segunda Conferencia de Hague en 1907) estaban dirigidas a prevenir la intervención de los EE UU. Después de la revolución bolshevique la doctrina se hizo parte integral de los tratados negociados por la Unión Soviética con sus vecinos no soviéticos. En tiempos de guerra civil, como en la Guerra Civil Española, los grandes poderes han adoptado la no intervención como un tipo de ordenanza auto-negadora con la intención de evitar la escalación hacia conflicto internacional, pero generalmente (como en el caso español) con resultados muy desiguales.
La Doctrina Monroe fue anunciada en un mensaje al Congreso estadounidense por el presidente James Monroe el 2 de diciembre de 1823. Tenía cuatro elementos: dos dirigidos a restringir las actividades de los poderes europeos, dos a los de EE UU. Los primeros fueron: (1) los continentes americanos no debían ser considerados de ahí en adelante como sujetos de anexación por parte de cualquier poder europeo; (2) cualquier intento para extender los sistemas políticos de Europa a cualquier porción del hemisferio americano es considerado por los Estados Unidos como peligroso para su paz y seguridad. Los segundos (ampliamente inoperantes desde la entrada norteamericana en la Primera Guerra Mundial en 1917) fueron: (1) ninguna interferencia de los Estados Unidos con existentes colonias europeas, etc., en las Américas; (2) ninguna intervención americana en las guerras de los poderes europeos en materias relacionadas consigo mismos. La doctrina es aún un principio fundamental de la política foránea estadounidense en cuanto a lo que concierne a la restricción de los conflictos interamericanos a los poderes e instituciones americanos.
Resistencia no violenta es una estrategia o política de resistir el ataque de un adversario sobre la ocupación del propio país por medios no violentos: la apelación a la opinión mundial, resistencia política, o desobediencia civil. Ejemplos son la organización de resistencia de Ghandi, la política de resistencia noruega en la Segunda Guerra Mundial, y la decisión de los checos de no ofrecer resistencia militar a la invasión soviética de su país en 1968, dependiendo en la resistencia civil y publicidad global. Otro ejemplo de desobediencia civil doméstica fue la campaña por los derechos civiles de los negros estadodunidenses.
por Alberto Rodríguez Barrera
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