Rafael Muci-Mendoza
La noticia causa espeluzno. Petulante, omnisciente y prepotente como su comandante en jefe, un especialista cubano en genética médica de la novísima misión José Gregorio Hernández -que no médico internista-, nos espeta que, ¨en la mayoría de los casos sólo con ver al paciente ya nosotros podemos ofrecer un diagnóstico preciso¨.
Es la reencarnación del blitzdiagnosen (diagnóstico de rayo) o augenblik diagnosen (diagnóstico de parpadeo) de los inmortales clínicos vieneses; o el diagnóstico d´emblée de los grandes profesores franceses, perros perdigueros que eran a la husma del diagnóstico; en otras palabras, es el ojo clínico exaltado al súmmum de la precisión diagnóstica.
Pobres mortales que somos los médicos venezolanos, incapaces de tales prodigios. Pero déjeme decirle que por aquí enseñamos en libertad lo poco que sabemos, pero también nos apegamos a la admonición orteguiana de enseñar a dudar de lo que enseñamos…
Olvida el representante de la mejor medicina del mundo -¡la cubana por supuesto!- y sus dotes de observación y diagnóstico al rompe, que transcurrieron tres largos años y cincuenta mil discapacitados visuales antes de que se dieran cuenta de que el manido virus que robaba la visión a sus conciudadanos isleños era la puritica hambre aderezada con un profundo déficit vitamínico.
Tuvieron que pedir ayuda al denigrado Imperio simplemente porque no sabían, y el virus contrarrevolucionario que habían inventado con fines políticos, se había revertido contra ellos. Un país sin libros, sin revistas científicas y sin acceso a
Por algo no se han atrevido a revalidar sus títulos ciertos o forjados, ni a mostrar un solo logro en ciencia de la medicina cubana, tan dada al empleo del ozono vía rectal, la iontoforesis, la más primitiva herbolaria y copias de genéricos sin ningún efecto terapéutico...
De sus errores sabemos los médicos de los hospitales públicos donde pacientes que han desertado de sus enconosas manos, regresan maltratados y contritos.
Como dice la ocurrencia llanera, ¡Nadie pasa dos veces por donde espanta…!
rafael@muci.com