sábado, enero 15, 2011

Presidente Chavez !, Consideraciones sobre el Sector Salud

A un día de la presentación del Mensaje Anual 2010 del Presidente de la República a la Asamblea Nacional Consideraciones sobre el Sector Salud

Señor Presidente:

A un día de la presentación del Mensaje sobre su gestión durante el año que acaba de finalizar, nos ha parecido oportuno dirigirle esta tercera carta pública, cuyo propósito fundamental es solicitarle, muy respetuosamente, que tenga todo el cuidado que le sea posible en exigir la veracidad de la información contenida en su Mensaje, nos referimos en particular al uso que
hace de las estadísticas sociales, específicamente, las de salud.

Sería muy lamentable que en su Mensaje se repita lo ocurrido en el Mensaje Anual del 2009 cuando afirmó “… ustedes saben que el Índice de Desarrollo Humano se mide en función de la salud ¿eh? mortalidad infantil, esperanza de vida al nacer, la educación, los logros educativos y el poder adquisitivo de la población. Son los tres indicadores ¿eh? donde confluyen un conjunto de variables con una medición internacional respetada en casi todo el mundo y reconocida en casi todo el mundo”.

No es acertado repetir que la mortalidad infantil es un indicador utilizado para el cálculo de este índice. No debe reincidir en el error conceptual presente en su discurso con ocasión del primer aniversario de la Misión Niño Jesús, cuando señaló “En el primer año de la misión hemos logrado reducir la mortalidad materno-infantil de 62 por cada 100.000 partos a 52, en apenas un año. Hemos reducido drásticamente la mortalidad materno-infantil y tenemos que seguir reduciéndola”.

En una carta pública que le dirigimos el 30 de diciembre del 2010 le explicábamos que “La medición de la mortalidad materno infantil sólo es posible hacerla utilizando dos indicadores, la tasa de mortalidad materna y la tasa de mortalidad infantil; los datos mencionados por usted sugieren que se refiere a la primera, aunque para ello deberá corregir que si bien ella se expresa en número de defunciones maternas por cien mil, estos cien mil no corresponden a partos sino a nacidos vivos registrados”.

Nuestra alerta no se refiere sólo a errores conceptuales sino a los valores de los indicadores que usted seguramente empleará, sería muy lamentable que sus asesores le expongan a la inexactitud de continuar mencionando cifras que cualquier ciudadano, al leer las estadísticas oficiales de nuestro país, podrá corroborar que la información que está trasmitiendo no es veraz, como sucedió en ocasión de su Mensaje Anual 2008, cuando dijo: “Ha descendido la mortalidad
infantil desde 21.4 por mil a 13.4 por mil niños nacidos vivos, eso es algo maravilloso...” .Sin embargo, si usted visita la pág web del Instituto Nacional de Estadísticas, http://www.ine.gov.ve/registrosvitales/estadisticasvitales.asp, se encontrará con la sorpresa que esa cifras no aparecen en ningún año de la serie 2003-2008 y que la cifra del 2008 es de 15.8 por mil y no 13.4 como usted afirmó.

O cuando exclamó ” ¡la mortalidad materna! Este es otro dato importante, disminuyó de 67,2 en el 2000 a 47,4 en el 2007, estos son datos del 2007 aún no tenemos consolidados los datos del 2008.”, aquí también las estadísticas oficiales son diferentes, en la página web http://www.sisov.mpd.gob.ve/home/index.php , del Sistema Integrado de Indicadores Sociales de Venezuela(SISOV), encontrará usted que el SISOV reportó para el año 2007 una tasa de mortalidad materna de 56.8 por cien mil nacidos vivos registrados y no de 47.4 como usted señaló.

Finalmente, Sr. Presidente, con todo respeto, le sugerimos que en su Mensaje haga mención de las metas efectivamente alcanzadas durante el 2010 en los diversos programas que ejecuta el Ministerio del Poder Popular para la Salud y sus organismos adscritos.

Los venezolanos estamos ansiosos por conocer, entre muchas otras interrogantes, ¿por qué, si se ejecutó el Plan Nacional de Control de Vectores, cerramos el año pasado con 124.931 casos de dengue, 59.062 más que en el 2009, la cifra más alta alcanzada en los últimos 21 años, con una tasa de incidencia de 433 por cada 100.000 habitantes, 8 veces más que la meta del milenio a alcanzar para el año 2015; con 45.155 casos de malaria, 9.327 más que en el 2009, la cifra
más alta desde el 2005?

¿Por qué, disponiendo de la Misión Niño Jesús, finalizamos el 2010 con 5.839 defunciones en niños menores de un año, 664 más que en el 2009; con 115 casos de sífilis congénita, 34 más que el año anterior y con 3 casos de tétanos neonatorun, después de tener dos años consecutivos sin casos de tétanos en menores de 28 días?

¿Por qué no se inauguró en el 2010 el Centro de Investigación y Desarrollo de Vacunas? ¿Por qué no se cumplieron la mayoría de las metas de cobertura de inmunizaciones contra enfermedades prevenibles mediante vacunas?

¿Por qué no se cumplió con la promesa, hecha por el ministro del Poder Popular para la Salud de concluir para enero de este año el 90% de las obras en ejecución que se realizan en los hospitales públicos?

Y finalmente, ¿qué se hizo durante el año 2010 para atender el más grave problema que afecta a la red hospitalaria pública, el déficit de personal de salud y en particular de médicos calificados?

Sin duda, una bien pensada, debatida y consultada ley Orgánica de Salud ayudaría a comprender y proponer soluciones prácticas a los graves problemas de salud que tenemos y garantizarle efectivamente el derecho a la salud de las personas que viven en Venezuela.

Caracas, 14 de enero de 2011.
Doctores:
Blas Bruni Celli, José Félix Oletta L., Ángel Rafael Orihuela, Pablo Pulido M., Carlos Walter V.
Ex Ministros de Salud de la Republica de Venezuela

lunes, enero 10, 2011

Carta Pública al comandante HUGO

Buenas tardes.

Mi nombre es Alírica Isabel Suárez Hernández, de profesión Químico.
Ejerzo labores de docencia e investigación en la Facultad de Farmacia
de la Universidad Central de Venezuela. Agradezco la atención que
tengan a bien dispensarme leyendo mi mensaje dirigido al señor Hugo Chávez Frías, presidente de nuestro país, y a todo el pueblo de Venezuela.

Quiero expresar mi más grande rechazo y repudio a las mentiras y
engaños presentados ayer en el programa "Aló Presidente". Casi nunca
lo veo ni escucho pero esta vez se trataba de algo que atañe a la
tierra que me vio nacer, tierra que quiero, admiro y me enorgullece.
Tierra que es cuna de gente progresista, honesta y trabajadora, que
lucha contra las adversidades y las vence. Gente llena de principios
que ama su familia y ese terruño que hoy quieren arrebatarnos.

Con mis propios ojos y oídos comprobé que su programa, señor
Presidente, es una gran muestra de mentiras. Creo que cuando callamos
ante las mentiras nos hacemos cómplices de quienes las dicen, y yo no
voy a sumarme a esta sociedad de cómplices.

Quiero hoy decir que todo lo que usted dijo y presentó ayer sobre la
hacienda Bolívar es falso. No me envían los dueños de la hacienda;
ellos no me conocen y tal vez nunca escucharon mi nombre. Expreso mis
propias palabras y lo hago con agradecimiento al lugar donde viví mi
niñez, donde hay una hermosa escuela con maestros que, pagados por los
dueños de la hacienda, me dieron mi primera educación, que me permitió
venir a la capital y alcanzar mi bachillerato y luego, con mucho
sacrificio, mi título de Licenciada en Química y, más tarde, el de
Doctora en Química de la Universidad Central de Venezuela. Lo
aprendido me permitió estar a la par de profesionales de diferentes
países con quienes departí mientras estudiaba Postdoctorado en
universidades del Primer Mundo.

La hacienda Bolívar no es lo que presentaron y dijeron ayer en su
programa "Aló Presidente", señor Presidente. La hacienda Bolívar es,
en justicia, un pequeño pueblo donde cada obrero y empleado tiene
asignada una vivienda, de soltero unos, familiar los otros. Hay
electricidad, agua potable, cloacas y aseo urbano (o rural), todo ello
gratuito. Muchísima gente que subsiste en los barrios venezolanos
quisiera vivir en las condiciones que la hacienda Bolívar provee a
nuestras familias.

A mi escuela, la que me formó, van los hijos de los empleados y
obreros, y todos los niños que viven en fundos y caseríos aledaños. La
educación es gratuita, de calidad y hay además transporte gratuito,
pagado por los dueños, que recoge los niños en sus hogares y los lleva
de vuelta cuando concluye la jornada educativa.

Todos los empleados de la hacienda Bolívar reciben, a precio
irrisorio, los alimentos básicos. Pueden disponer de toda la leche que
tengan a bien consumir. Cada semana, por el precio que en la ciudad
pagamos por un plátano, ellos obtienen un racimo de plátanos; y la
carne la pagan a un precio mucho menor que el de sus tan cacareados
Mercales, señor Presidente.

Sí, son miles de hectáreas, pero de tierras productivas que dan carne,
leche, plátanos, y tantos otros frutos que nuestro generoso suelo sabe
dar. Sí, en el Sur del Lago están las mejores tierras de Venezuela,
pero no son tierras ociosas. Son la despensa de este país.

En su "Aló Presidente " de ayer presentaron las casas donde viven los
dueños cuando van a la hacienda. Pero se les olvidó decir que cada vez
van con menos frecuencia porque, ellos y sus familiares, son víctimas
de secuestros. Se han visto obligados a alejarse de las tierras que
con mucho trabajo y grande esfuerzo ellos mismos, sus padres, sus
abuelos, hicieron producir.

Le oí, señor Presidente, criticando que allí hubiesen sembrado
chaguaramos, como si eso fuese un símbolo de la "burguesía". Y me
llenó de asombro que omitiera usted el resto de la hacienda, con sus
casas pintadas, escuela, calles asfaltadas, cloacas, alumbrado,
comedor, planta eléctrica (por si falla la electricidad que el
gobierno suministra; todo el consumo eléctrico es pagado por los
dueños) y estación de gasolina que son modelo para buena parte de
nuestra ciudad capital.

Su "Aló Presidente" tampoco entrevistó a los empleados de la hacienda,
hoy despojados de sus trabajos, que hasta por tres generaciones han
vivido ayudándola a crecer, sintiéndola y sabiéndola propia. Es el
caso de mi familia que, sépalo señor Presidente, durante 60 años ha
aportado tres generaciones a esa tierra y sigue trabajándola. Allí
crecimos muchos que hoy somos profesionales: médicos, ingenieros,
científicos, juristas y licenciados en educación. Varios regresaron a
laborar allá, y hoy pierden sus trabajos y hogares porque porque usted
sigue creyéndose el único dueño de Venezuela. Porque sus aduladores le
alimentan la vanidad y muchas gentes (pero cada vez menos) lo siguen a
usted, señor Presidente, recogiendo del suelo las limosnas que lanza,
apropiándose de lo ajeno y ensordecidos por las mentiras.

Las tierras del Sur del Lago, señor presidente, son muy venezolanas y
muy nuestras. Y usted quiere quedarse con ellas sin haberlas
trabajado. Pero eso nunca ocurrirá. Porque la tierra, según
practicamos aquí, de sol a sol y día a día, son de quienes la
trabajamos con los brazos, la cabeza y el corazón. No hay tierras
productivas para quienes creen que trabajar es gesticular ante cámaras
y vociferar por micrófonos.

Finalizo haciendo constar que la hacienda Bolívar es muestra de lo que
significa el compromiso de prosperar con el crecimiento digno de los
empleados. Sus palabras y actos, señor Presidente, son una descomunal
injusticia contra los trabajadores, contra los dueños y contra todos
los productores del Sur del Lago. A ellos quiere usted, señor
Presidente, arrebatarles sus tierras. El bravo pueblo del Zulia no se
amedrentará. No, señor Presidente, no somos criminales como usted ayer
pretendía. Somos venezolanos. Somos ciudadanos con amor a estas
tierras y llenos de orgullo por ellas.

Venezuela en mucho más mía, mucho más nuestra, que suya, señor Presidente.

Ciudad de Caracas, en la fecha del día siguiente a las mentiras.