Rafael Muci-Mendoza
Cuando las células de un cuerpo vivo proliferan en exceso, están enfermas o disfuncionales, deben ser reemplazadas. Los organismos multicelulares poseen una forma programada de suicidio celular llamada apoptosis. Implica una serie de eventos bioquímicos que inducen cambios como la formación de verrugas o vesículas en las membranas o linderos celulares que fragmentándose, se separan, y son engullidas por macrófagos o células limpiadoras sin producir inflamación o daño al organismo que las contiene. La proliferación de elementos indeseables debe ser controlada mediante su muerte. Esta secuencia de hechos es parte de la homeostasis, un proceso tendente al equilibrio corporal y al mantenimiento de la balanza en el fiel.
La sociedad es también un organismo vivo. Cada uno de sus miembros, una célula. La proliferación o degeneración de sus constituyentes debe ser controlada. La constitución es el control, garante del espíritu de la igualdad e inclusión. La división de poderes que limita, separa o destruye los elementos enfermos, forman parte de la homeostasis. El poder del voto popular equivale al macrófago que engloba y destruye elementos ansiosos de poder a cualquier coste. En el cuerpo del régimen se aprecian groseras vesículas apoptóticas, preludio de un proceso autodestructivo indetenible, buscado consciente o inconscientemente por sus integrantes a través de un crecimiento desmesurado del poder en una sola persona, crasos errores e ignorancia, corrupción, carencias, vileza, crueldad, negligencia, incompetencia, promesas incumplidas, ruina, abusos de toda laya...
La verruga tumoral ha llegado muy lejos. Afligidos lo hemos permitido. La homeostasis social está en marcha y acelerará la muerte programada del proceso.
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