viernes, febrero 18, 2005

Delirio sobre el Chimbo-Asnazo

por
Alberto Rodríguez Barrera

“Creo, al igual que Freud y que Jung, que el inconsciente
se manifiesta a través de los sueños, las alucinaciones,
de los delirios, y, sobre todo, de la fantasía.
Es decir, aquello que constantemente interfiere
con nuestro pensamiento racional y lógico
y que nos hace divagar en nuestras candilejas,
en nuestras fantasmagorías personales.”

Fernando Rísquez Ríete hasta que duela y después sufre hasta que rías, dicen. Más aún si creemos que la historia de la literatura (y de la vida, si al caso vamos) es la historia de la risa y el dolor, y que los grandes pensamientos sólo son accesibles a la minoría de los hombres. ¿Pero por qué tenemos que luchar tanto así? Porque la comprensión es una función no de la racionalización sino del estado de crecimiento de la psiquis. Ahí, Hermano Asno, está el punto en que tenemos diferencias. Ninguna cantidad de explicación puede cerrar la brecha. ¡Sólo la realización! Pero no te angusties, un día despertarás…


Sobre el arte siempre me he dicho que mientras otros ven los fuegos artificiales, uno debe contrabandear la verdad en sus venas como un filtro que deja pasar el virus. Decirlo es más fácil que hacerlo. ¡Cuán lento aprendemos a abrazar la paradoja! Tampoco yo he llegado aún ahí, pero junto a la banda de pequeños exploradores escuchamos el tronido creciente de las cataratas en la distancia. Pero, ay, aquellos que hagan méritos podrán obtener un certificado de renacimiento de algún departamento gubernamental. Esto los habilitará para recibirlo todo gratis, premio reservado para quienes no quieren nada. Llámesele economías celestiales, algo sobre lo cual Lenin mantuvo extraño silencio.

¡La sociedad! Compliquemos la existencia, camarada, hasta el punto en que afanarse como un esclavo actúe como una droga contra la realidad. ¡Injusto, injusto! Pero, mi querido Hermano Asno, el tipo de escrito que tengo en mente estará caracterizado por la deseada calidad que nos hará ricos y famosos, y por una total carencia de bacalao. Y podríamos inventar los medios para que los judíos se asimilaran y nos dieran luces valiosas sobre eso de derrumbar el puritanismo en todas partes. Porque sabrás que ellos tienen las licencias y patentes sobre sistemas cerrados. ¡La respuesta ética!

Nosotros los artistas no estamos en políticas sino en valores, éste es nuestro campo de batalla. Si alguna vez nos relajáramos un poco de esta garra del Reino Supremo que nos ha embadurnado de sangre, podríamos redescubrir en el sexo la llave para una búsqueda metafísica, nuestra raison de’étre aquí abajo. ¿Qué no podríamos hacer si el sistema cerrado y la exclusividad moral de derecho divino tan sólo se relajara un poco?

Hermano Asno, hay que perseguir la historia del artista de niño-problema a caso-histórico, de caso-histórico a niño llorón. Ha mantenido la psiquis de la tierra viva por su habilidad para estar equivocado, por su cobardía continua; ¡esta es su función! ¡Niño llorón de nuestro mundo! ¡Niños llorones uníos! Permítanme agregar rápidamente, para no sonar tan cínico o desesperado, que estoy lleno de esperanza. Por siempre, en cada momento del tiempo, hay la posibilidad de que el artista se tropiece con el Gran Indicio. Cada vez que esto sucede él queda al instante libre para disfrutar su papel fecundante; pero nunca puede suceder real, total y completamente como se amerita, hasta que el milagro llegue, ese milagro de la Comunidad Ideal.

Sí, yo creo en este milagro. Nuestra propia existencia de artistas lo afirma. Es el acto de decir que sí. El hecho de que un artista nazca afirma y reafirma esto en cada generación. El milagro está ahí, en hielo, diríamos. Un buen día florecerá: entonces el artista súbitamente madura y acepta la total responsabilidad de sus orígenes en la gente (el pueblo), cuando simultáneamente la gente reconozca su peculiar significado y valor, y lo salude como el niño no nacido en ellos mismos: ¡el Infante Alegría! Estoy seguro de que llegará. Por el momento son como luchadores nerviosamente dándose vueltas, buscando dónde agarrarse. Pero cuando llegue este gran momento de iluminación, sólo entonces podremos descartar a la jerarquía como forma social.

La nueva sociedad, tan diferente de cualquier cosa que podamos imaginarnos ahora, nacerá alrededor del estrictamente blanco templo del Infante Alegría. Hombres y mujeres se agruparán alrededor del templo, el crecimiento protoplásmico del pueblito, la ciudad, la Capital. Nada obstruye el camino de esta Comunidad Ideal, excepto que en cada generación la vanidad y la flojera del artista siempre ha sido comparable con la auto-indulgente ceguera de la gente (el pueblo). ¡Pero prepárense, prepárense, está en camino, está aquí, allá, en ninguna parte!

Las grandes escuelas del amor surgirán, sonsacándose entre ellas el conocimiento sensual e intelectual. El animal humano será enjaulado, extirpándole la sucia paja cultural y el rechazo coprolítico. Y el espíritu humano, irradiando luz y risa, pasará sobre la verde grama como un bailarín; surgirá para cohabitar con las formas del tiempo y dará hijos al mundo de las elementalidades, ondinas, salamandras, sílfides, ángeles, gnomos.

Sí, para extender el alcance de la sensualidad física y abrazar la matemática y la teología: para nutrir y no pasmar las intuiciones. Porque cultura quiere decir sexo, el conocimiento de raíz, y donde la facultad es descarriada o tullida, sus derivados como religión resultan enanizados o distorsionados; en vez de la emblemática rosa mística obtienes coliflores judáicas como mormones y vegetarianos, en vez de artistas niños llorones, en vez de filosofía semántica.

La energía sexual y creativa van de la mano. Se convierten una en otra, el solar sexual y la lunar espiritual sosteniendo un diálogo eterno. Se montan en la espiral del tiempo juntos. Abrazan el motivo total de la humanidad. La verdad sólo se encontrará en nuestras propias entrañas, la verdad del Tiempo. La copulación es la lírica de la plebe, sí, y también la universidad del alma: pero una universidad en el presente sin becas, sin libros, sin estudiantes. No, hay pocos. Qué maravillosa la lucha a muerte de Lawrence, aunque en El Hombre que Murió nos cuenta llanamente lo que debe ser, lo que debió ser el re-despertar de Jesús, el verdadero nacimiento del hombre libre; ¿dónde está, qué le pasó, vendrá alguna vez?

¡Mi espíritu tiembla de alegría al contemplar esta ciudad de luz que un accidente divino pudiera crear ante nuestros propios ojos en cualquier momento! Aquí el arte encontrará su verdadera forma y lugar, y el artista puede jugar como una fuente sin contención, sin tratar siquiera. Porque veo el arte más y más claramente como un manipulación de la psiquis. No tiene intención, ninguna teología. Al nutrir la psiquis, enclaustrándola, se le ayuda a encontrar su propio nivel, como el agua. Ese nivel es una inocencia original, ¿quién inventó la perversión del Pecado Original, esa sucia obscenidad de Occidente?

El Arte, como un hábil masajista en el campo de juego, está siempre de pie para ayudar con las bajas; y al igual que hace un masajista, sus administraciones suavizan las tensiones de la musculatura de la psiquis. Por eso es que siempre va hacia los lugares adoloridos, con sus dedos presionando sobre los músculos anudados, el tendón afligido por el calambre, los pecados, perversiones, puntos no agradables que nos negamos a aceptar. Revelándolos con sus ásperas bondades desenredan las tensiones, relajan la psiquis, La otra parte del trabajo, si hay cualquier otro trabajo, debe pertenecer a la religión. El arte es meramente el factor purificador. Predica nada. Es la doncella de contenido silente, ¡esencial sólo para alegrar y amar! Porque estas extrañas creencias, Hermano Asno, las encontrarás deambulando bajo humores mordaces, que pueden ser simplemente descritos como una técnica de la terapia. Como dijo alguien: un buen doctor, y en sentido especial el psicólogo, hace bastante deliberado y levemente más difícil que el paciente se recupere demasiado fácilmente. Uno hace esto para ver si la psiquis tiene realmente un rebote en ella, ya que el secreto de la cura está en el paciente y no en el doctor. ¡La única medida es la reacción!

Ser Héroe del Modo Cómico es como música suave invadiendo los sentidos encumbrados de jóvenes amantes que dejamos solos en la noche… ¿Qué decía? Ah sí: lo mejor que se puede hacer con una gran verdad, como descubrió Rabelais, es enterrarla bajo una montaña de mentiras donde pueda esperar cómodamente por los picos y palas de los elegidos.

Entre infinidad y eternidad se extiende la delgada cuerda floja que deben caminar los seres humanos, amarrada a la cintura. Que no te hagan desmayar estas proposiciones poco amistosas, Hermano Asno. Son escritas en alegría pura, incontaminadas del deseo de predicar. Estoy realmente escribiendo para una audiencia de ciegos; ¿no lo somos todos? El buen arte apunta, como un hombre demasiado enfermo para hablar, como un bebé. Pero si en vez de seguir en la dirección que indica lo tomas como cosa en sí misma, teniendo algún tipo de valor absoluto, o como tesis sobre algo que puede ser parafraseado, seguramente no entenderás el punto; ¿te pierdes a la vez entre las abstracciones estériles del crítico? Trata de decirte a ti mismo que su objeto fundamental era sólo invocar el último silencio curador, y que el simbolismo contenido en forma y patrón es sólo un marco de referencia a través del cual, como en un espejo, uno puede atisbar la idea de un universo en descanso, un universo enamorado de sí mismo. Entonces como un bebé en brazos podrás sacarle la leche al universo a cada respiro. Debemos aprender a leer entre líneas, entre vidas.

Decía una amiga: pero su misma perfección nos hace sentir seguros de que llegará a su fin. Tenía razón; pero las mujeres no aceptarán el tiempo y los dictados del segundo adivinador de la muerte. Ellas no ven que una civilización es simplemente una gran metáfora que describe las aspiraciones del alma individual en forma colectiva, como quizás hace una novela o un poema. La lucha es siempre por mayor consciencia. Pero, ¡córcholis!, las civilizaciones mueren en la medida en que se vuelven conscientes de sí mismas. Comprenden, pierden corazón, deja de estar la propulsión del motivo inconsciente. Desesperadamente comienzan a copiarse a sí mismas en el espejo. Es inútil. ¿Pero seguro de que no hay un truco o una caída en todo esto? Sí, ¡el tiempo es la caída! El Espacio es una idea concreta, pero el Tiempo es abstracto. En el tejido de cicatriz del gran poema de Proust se ve eso claramente; su obra es la gran academia de la consciencia del tiempo. Pero no estando dispuesto a movilizar el significado del tiempo fue llevado a reclinarse en la memoria, el ancestro de la esperanza. Ah, pero siendo judío tenía esperanza, y con la esperanza viene el deseo irresistible de entrometerse. Los otros nos acoplamos con la desesperación de la cual sólo crece la risa y el desesperado romance de lo eternamente desesperanzador. Cazamos lo inasible, y para nosotros sólo hay una búsqueda sin fin. Para él no querrá decir nada mi frase “la prolongación de la infancia en el Arte”. Hermano Asno, la tabla divina, el trapecio, está hacia el este de esta posición. Un salto hacia el firmamento de un nuevo status debe tener el cuidado de no pelar el objetivo. el ring o el patín.


Otra cosa: fuiste tú quien mencionó nuestra pobreza de observación en todo lo que nos concierne, las limitaciones de la vista misma. Bravo, bien dicho. Pero traducido espiritualmente uno ve a un hombre caminando por la casa, buscando los espejuelos que tiene sobre la frente. ¡Ver es imaginar! ¿Y qué, Hermano Asno, puede ser mejor ilustración que tu manera de ver a la mujer, apropiadamente encendida en las señales eléctricas de la imaginación? ¿No es evidentemente la misma mujer acosándome y que fue finalmente inducida a alejarse debido a mi risa sardónica? Lo que tú viste como suave y atractivo en ella me pareció a mí una dureza especialmente calculada, no que ella inventó, sino que tu evocaste en ella. Toda esa gargantosa cotorra, la compulsión para exteriorizar histeria, me recordó a un afiebrado paciente halando las sábanas. La violenta necesidad de incriminar a la vida, de explicar sus estados del alma, me recordaron a un mendicante solicitando lástima por medio de una linda exhibición de hinchazones. ¡Mentalmente me tenía siempre rascándome! Pero había mucho que admirar en ella y yo complací mi curiosidad explorando los lineamientos de su carácter con algo de simpatía, las configuraciones de una infelicidad que era genuina, aunque siempre olía a pintura de aceite.

La mezcla de emociones conflictivas era tan interesante que la escribí, tabulándolas así:

1.- Alivio al final de la búsqueda.
2.- Desesperación al final de la búsqueda; no más fuerza motora en la vida.
3.- Horror a la muerte.
4.- Alivio a la hora de la muerte. ¿Qué futuro posible en eso?
5.- Vergüenza intensa (no entiendo esto).
6.- Deseo súbito de continuar la búsqueda inútilmente en vez de admitir la verdad.
7.- ¡Preferencia por continuar alimentando falsas esperanzas!

Aún estoy medio convencido de que todo no fue más que un sueño. Tomo la pipa, el violín y la lupa. como cualquier Sherlock. Esta visitación puede ser catarsis. Busqué a la mujer y salimos a caminar. Había algún tipo de festival, con luces y banderas, ruido de mandolinas, almas como afligidas por pulgas, sangrando en la noche intoxicada, pesado el aire, oscureciéndose todo más, torciéndose, pululando las ratas y la pudrición…
Alberto Rodríguez Barrera

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