Rafael Muci-Mendoza
El contundente ruido del silencio… El mutismo es un arma poderosa. Habla sólo cuando tengas algo que decir. Cuando hables, háblale a la vida y dile no a la muerte. El hablachento es como la peste, nadie lo quiere cerca. En el respeto hacia la opinión ajena radica la convivencia. Nunca permitas que tu lengua y tu boca digan una palabra banal y menos aún ofensiva. No es para el común de los humanos el juzgar. No permitas que tus oídos escuchen tu voz altanera en irrespetuosa crítica, condena o ridículo hacia un semejante. Si lo hicieras, nunca podrías enfrentar tu cara frente al espejo. Espera. Trata de creer lo mejor. El tiempo suele generalmente mostrar que las palabras que tu hubieras pronunciado entonces, pudieron haber sido injustas o injuriosas.
Ve a tu alrededor, mira con insistencia. Hablas e insultas hasta el hartazgo para no ver la miseria que has creado. Tiempo suficiente has tenido para hacer de tu país tierra respetable y próspera. Vuelve tus ojos hacia cualquier hospital público. Allí tendrás la ocasión de ver la cuita de un pobre país rico, ese que tu y los tuyos se han dedicado a asaltar y destruir con crueldad. Allí hay una realidad tangible, inocultable. Soledad, miseria, dolor y desesperanza cunden, mientras tú derrochas a manos llenas dinero ajeno, te endiosas a ti mismo y a tu fea revolución bonita. Los cántaros que suenan más, son aquellos que están vacíos...
Pero la juventud, esa que no conoce edad, ha gritado libertad y reclama justicia. Como la bola de nieve que se desliza por la ladera y toma cuerpo, así, tu y tus corifeos serán arrasados. Todos estaremos presentes para decir “No”…
¿Por qué no consideras aunque sea por una vez, la virtud de la taciturnidad…? Recuerda que la parsimonia en el decir, es de espíritus avanzados.
rafael@muci.com
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