Aunque nos sentimos de alguna manera identificados con su ya famosa frase '¿Por qué no te callas?', creemos que darle importancia ahora sería como preocuparse por la grieta de un clavo en medio de un terremoto.
Disculpe que no caiga en la tentación de profundizar en tan peculiar impasse y olvidar así la tragedia que se cierne sobre nuestro país con la propuesta de reforma con la que se quiere formalizar una dictadura constitucional.
Verá, el problema no es que Chávez haya saboteado una cumbre más para llamar la atención, o que usted haya tenido que pararse de la mesa con un gesto inédito en la historia de la corona española; el problema es que existe un país donde se están limitando progresivamente las libertades civiles y donde se violan constantemente los derechos humanos, el problema es que en Venezuela se condena la expresión libre, se persigue a los disidentes, se confisca la propiedad privada, se prohíbe el pluralismo y se acaba con la vida democrática y la convivencia pacífica.
Todo esto, que es público y notorio además, pasa en medio de un silencio cómplice por parte de la comunidad internacional, en la que España y Europa juegan un rol protagónico hoy en día. Por lo tanto usted entenderá que no compartamos el escándalo que se está generando ahora en su país, no por el sufrimiento de un pueblo hermano ni por el avance impune de otro dictador militarista, sino tan solo por el hecho de que usted fue incomodado por las palabras irrespetuosas sobre un ex presidente de España.
El caso es, su Majestad, que Chávez no solo le dice fascista a Aznar, sino que condena con esa misma irresponsabilidad a cuanto venezolano o extranjero se permita pensar distinto a él, bien sea pobre, rico, blanco, negro, bonito o feo.
Para Chávez son fascistas los partidos políticos de oposición, los empresarios, la iglesia, los estudiantes, los militares institucionales y hasta su militancia crítica. La diferencia es que esa condena verbal no le hace ningún daño a Aznar, mientras que a los venezolanos le significa la pérdida de sus derechos más básicos, incluyendo la propiedad, la libertad y hasta la vida misma.
No estamos pidiendo la intervención de España en este problema que es nuestro y que sabremos resolver, tan solo estamos pidiendo conciencia, consideración y respeto con un pueblo que, al igual que usted, quiere que se calle esa voz opresora e irrespetuosa pero que no se puede parar de la mesa y olvidarse del tirano como usted sí pudo. Nosotros sí tenemos que quedarnos sentados todos los días para seguir escuchando a un hombre que lo único que hace es sembrar odio e insultar a los demás.
Tan solo quisiéramos que España se preocupara más por el problema de fondo y menos por el banal asunto relativo al correcto protocolo de una cumbre internacional.
Su Majestad, la muerte de la vida democrática en un país no es poca cosa y debería importarle a todas las naciones comprometidas con la libertad y el progreso en el mundo.
Su gobierno, representado ya por Zapatero, le vendió armas a Chávez sin importarle el destino de las mismas y sabiendo ya el talante militarista del régimen que lamentablemente impera hoy en Venezuela, el cual por cierto es hijo del sistema castro-comunista con el que también han coqueteado sin problemas por medio siglo.
¿Es que acaso a Latinoamérica le quedan grandes los principios democráticos como el de separación de poderes, supremacía constitucional y pluralismo ideológico?
¿Cuando el caudillismo tiránico del tercer mundo dejará de ser una exotiquez para los europeos que pretenden pagar con nuestro retraso sus complejos acumulados por tantos siglos de civilización, alimentando el mito del 'buen revolucionario tropical'?
¿Cuando comenzará a importar de verdad la democracia en el contexto internacional?
No entendemos como un golpista militar convicto y confeso como Chávez se permite condenar sin pruebas y extemporáneamente a un ex presidente de una nación extranjera de participar en un golpe en su contra.
Tampoco entendemos como un racista ideológico como Chávez se permite acusar de racista a los ciudadanos de otros países frente a los mandatarios de los mismos.
Lo que sí nos queda claro es que sí Chávez no hubiera insultado a Aznar nada hubiera pasado y el tema económico hubiera seguido tapando el conflicto político que existe en el continente.
Su Majestad, a pocos días de un referéndum en nuestro país por medio del cual se pretende modificar fraudulentamente la constitución para permitir la presidencia vitalicia de Chávez, para acabar con la pluralidad democrática, para atentar contra la propiedad privada y para secuestrar políticamente el Banco Central y las Fuerzas Armadas; le preguntamos a usted y a Zapatero, con todo el respeto debido y con la misma indignación que usted sintió recientemente en Chile:
¿Por qué se callan?
JOSÉ IGNACIO GUEDEZ
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