domingo, octubre 02, 2005

Bravo! Muchachos Venezolanos


El viernes 23 de septiembre del 2005, en horas de la noche, la Orquesta Juvenil Venezolana se presentó en la Casa de Beethoven en la Ciudad de Bonn, Alemania.

La orquesta integrada por 240 jóvenes músicos bajo la batuta del joven y talentoso director Gustavo Dudamel, ofrecieron a los presentes una esplendida muestra de calidad y entusiasmo, con interpretaciones que abarcaron desde la Séptima Sinfonía de Beethoven, pasando por obras de Camille Saint-Saëns, Juan bautista Plaza, Arturo Márquez, Oscar Lorenzo Fernández y Silvestre Revueltas.

Al final del evento, el director Gustavo Dudamel recibió, de parte de la Directiva de la Casa de Beethoven, el "Anillo de Beethoven", reconocimiento que sólo pocos grandes maestros del mundo han recibido.

Un venezolano presente durante el evento, nos envió una crónica de su experiencia durante el concierto que merece ser leída, para reconocer que los venezolanos no nos parecemos a ningún otro pueblo en este planeta, no solo por nuestra peculiar forma de ser y de comportarnos, sino por la inmensa capacidad de superar las expectativas y obstáculos que enfrentamos. En hora buena, Orquesta Sinfónica Juvenil Venezolana

Disfrútenla ¡.

EMOCIONANTE... desde Bonn!!!

Puedo decir que anoche cogí una pea emocional. Oír a la “sinfónica juvenil Venezolana” tocar a la séptima de Beethoven a dos cuadras de la casa natal de Beethoven, rodeado de alemanes en su mayoría canosos fue difícil de soportar sin que las lagrimas y los mocos se hicieran presentes.

Me había llevado una bandera de Venezuela (sacada del kit de las marchas) y era evidente que era casi el único venezolano en una sala de conciertos apropiadamente llamada Beethoven Hall.

Pero aquello era mucho mas que una interpretación de la séptima de Beethoven; yo se que nosotros los venezolanos somos muy dados a usar los superlativos, pero puedo afirmar con propiedad que cualquier superlativo se queda corto ante aquella interpretación de Beethoven.

La orquesta sonaba tan impecable, las paradas y los arranques eran tan exactos, que realmente al cerrar los ojos como me comento un alemán en el intermedio, era tal cual como oír a la sinfónica de Berlín en su exactitud pero con mucho más entusiasmo y energía.

Beethoven estaba vivo, y venia de Venezuela y de manos de una pandilla de carajitos dirigidos por otro carajito que se las trae pues de Gustavo Dudamel no cabe duda decir que formara parte en el futuro de los grandes directores de la historia de la humanidad.

Evidentemente como venezolano estaba prejuiciado al final del concierto en los camerinos, (por supuesto que me metí) la radio de Bonn estaba entrevistando a un experto crítico alemán, director de una casa discográfica.

Luego de su entrevista, conversé con él y le pregunte directamente si técnicamente eran buenos los muchachos. Sus respuestas fueron contundentes: tengo treinta años o más oyendo e incluso formando parte de orquestas en Alemania y te puedo decir que técnicamente están a mejor nivel que, digamos, la sinfónica de Viena.

Nunca antes había visto al público Alemán volverse loco como lo han hecho hoy. Los alemanes no son así. Aplauden y ya. Rara vez los he visto aplaudir en el intermedio pero lo de hoy es insólito. Esta gente no aplaude por diez o quince minutos a alguien que simplemente toca bien.

Esto ha sido apoteósico. Es la mezcla perfecta de entusiasmo, energía, con perfección alemana.

Si la séptima de Beethoven los dejo estupefactos, Saint Saëns les aclaro que no solo interpretan a Beethoven bien. (Por cierto esta pieza de Saint Saëns es para órgano y orquesta y el Beethoven Hall tiene un inmenso órgano con tubos adosados en las paredes así que se pueden ustedes imaginar que, en mi caso, la quijada tocaba el piso.)

Luego vino la locura total pues interpretaron una obra de un mejicano que esta basada sobre una conga. La orquesta no solo toco sino que bailo, si bailo e hicieron piruetas.

Los aplausos ya no eran solo aplausos. Los alemanes gritando, viejitos y viejitas gritando y brincando. Los Beatles ??? Los tres o cuatro venezolanos comenzamos a pedir a gritos el alma llanera, los alemanes nos oyeron y decidieron imitar el sonido y pedir ellos también el mismo plato sin saber lo que era.

Lamentablemente no tenían la partitura y volvieron a interpretar la conga.
Me alegro pues de haber tocado el alma llanera me tiro por el balcón.

En la mañana había ido de visita a la casa de Beethoven. La vista se me enturbio en el jardín de aquella casa. Comprendí que no había ido de visita sino de peregrinaje, a darle gracias por todo lo que nos había dado.

Un abrazo para todos

totonio

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