domingo, marzo 12, 2006
Recordando a Vargas..
10 DE MARZO, natalicio del Dr. José María Vargas (1786-1854), gloria de la patria y de la medicina, reformador y modernizador de los estudios médicos en Venezuela. El presente deformante nos retrotrae a sólo 3 años de estudios médicos. Graduarán charlatanes y medicastros... Una maniobra hábilmente urdida desde La Habana sembró el desprestigio y nos satanizó. Cuba bien que sabe cómo sembrar el odio. Sólo servimos para robar, repiten. Decenas de miles de supuestos "médicos" nos traen una medicina simplificada, más exactamente, una enfermería simplista, burda, engañosa, ayuna de rigurosidad científica, practicada más que por obligación humanitaria, con intención política y de penetración. "Prácticos" que nunca antes tocaron a un paciente, que nunca cumplieron los extremos de la ley, con tiento o palo de ciego parece que palpan a nuestros enfermos.
ASISTIMOS ATONITOS a la ocupación de nuestro suelo por un país extranjero, a la insensata venta de la patria sin que parezca dolernos una pizca. No reaccionamos, esperamos que el de al lado lo haga. ¿Qué decimos a nuestros hijos, a nuestros nietos? ¿Que somos castrados? Algunos colegas observan de lejos la invasión con indiferencia servil o complacencia y hasta se sienten halagados al ayudar al extranjero y denigrar del hermano. A sabiendas que en medio del festín de millardos sólo migajas arrojan; desechos que no querrían para sí.
DICEN BUROCRATAS de uñas largas y esmaltadas, inventores de cuentos, que ha disminuido la pobreza. Vayan a mi hospital, vayan a cualquier hospital. Insolentes: miren la mortalidad infantil. Sin dudas, estadísticas amañadas a lo cubano ¡Qué cinismo! Como Vargas en su momento, estamos obligados a dar la cara, a resistir activamente, a detener la destrucción, a morir en paz con nuestras conciencias y por la libertad.
lunes, marzo 06, 2006
Proclama desde el más allá
www.talcualdigital.com
por Laureano Marquez.
Advertencia: Lo del Libertador desfilando en un sambódromo del carnaval de Río, por más que parezca, no es invento de los humoristas. Salvo que haya sido una pesadilla colectiva, sucedió, y financiado por una institución del Estado venezolano.
El colmo sería que quienes propiciaron tamaño despropósito acusen a los humoristas de irrespeto a la figura del Padre de la Patria. De todos modos, los personajes del texto que sigue a continuación son ficticios, porque al parecer nada dejaron en nuestra alma. Cualquier similitud con hechos y personajes de la vida real es pura vergüenza.
CONCIUDADANOS:
Atónito, desde esta patria inmutable que llaman la eternidad, donde no hay batallas que pelear porque todos somos libres, he visto una supuesta representación mía desfilar en una ciudad de la vecina ex colonia portuguesa. No me ha molestado tanto el hecho en sí, como las burlitas de Páez y Santander, que se encuentran aquí conmigo en esta suerte de limbo al que venimos los guerreros.
Mayor ha sido mi pesar cuando mi fiel amigo, el gran Mariscal de Ayacucho, me ha notificado que los promotores de tamaño desaguisado han sido mis compatriotas. ¡Carajo!, quedar para el carnaval es como demasiado, venezolanos, por muy grande que haya sido el daño hecho por mí.
No contentos con expulsarme de los confines de mi patria, ahora me avergüenzan en tierra extraña.
VENEZOLANOS:
La cursilerías de capas y lentejuelas, tan del gusto de Napoleón, parécenme a mí ridículas. No soy un disfraz, compatriotas y tampoco el Rey Momo. Nunca quise la corona y menos ésta. La verdad es que, con soldados emplumados como aquellos de los cuales me rodeásteis, no habría pasado de Mérida.
Ni siquiera Miranda, que es un hombre de mundo, vio en vida nada igual, según me ha dicho, y agregó que, por mucho menos que eso, rodaron cabezas en Francia.
Se queja el precursor de que, después de haber tenido el atrevimiento de hacerme objeto de culto carnestolendo, ni siquiera hayáis tenido la gentileza de colocar una garota a mi lado, de las tantas —de gran hermosura— que hubo en el desfile.
Quizá pensásteis que una mujer desnuda junto a mí podría dañar mi reputación. ¡Qué considerados! Ya que no tenéis genio para la grandeza, deberíais tenerlo, al menos, para el mal.
COMPATRIOTAS:
Ni siquiera en mi delirio sobre el Chimborazo me pasó por la cabeza nada parecido.
De todos modos, la imagen es reveladora: Me habéis convertido en caparazón de vuestras miserias. En vez de moral y luces, más me habría valido decir “papelillo serpentina son nuestras primeras necesidades”.
VENEZOLANOS:
Mis últimos votos... Pero qué digo, si para ustedes poco importan los votos.Tengan piedad, si no de mí, de vosotros mismos. Mirad que la vida es breve y larga la eternidad.
Que se los digo yo, vencedor de Bomboná, Pichincha, Carabobo y ahora también de Río.
Os lo ruego: dejadme morir en paz.
martes, febrero 07, 2006
Cuando las verdades son Grandes
Éramos un país de viajeros gozosos instalados en la dulzura ochocentista del ta´barato dame dos mayamero.
Celebrábamos los Carnavales en Aruba, Semana Santa en Cartagena, vacaciones escolares en Miami y Navidades en el Rockefeller Center.
Nuestros únicos exiliados eran los becarios del Plan Gran Mariscal de Ayacucho que se iban llenos de dòlares como abejas golosas a las colmenas del saber gringo.
El que más o el que menos tenía un hermano, un primo o un novio protegiendo focas en Hawai o estudiando zootecnia en los bosques de Wishita, y uno que otro hijo de inmigrantes aterrizaba en casa de la tía gallega en La Coruña para estudiar medicina o con la abuela catalana en Gerona para estudiar Ecología.
Pero el destino nos alcanzó, como en la película y nos sumamos al resto de países latinoamericanos como Argentina, Perú, Ecuador, Colombia, Rep. Dominicana o el Salvador, que luchan por un empleo de tercera en cualquiera de los países del primer mundo.
En Europa era frecuente ver a los venezolanos de turistas manirrotos conociendo la tierra de los abuelos y mirando con lástima a los argentinos, que habían llegado por aluviones a los países de la comunidad europea en las diversas oleadas que las sacudidas políticas y económicas han arrojado fuera de la otrora Suiza de América.
Aún no nos reponemos del shock. Desde hace 6 años, Venezuela se desangra buscando fuera de nuestras fronteras lo que dentro de ellas dos generaciones de venezolanos no pueden encontrar: trabajo, seguridad y una manera digna de vivir y de labrarse un futuro. Somos tantos los que huimos, que en las afueras de Miami ya hay un pueblo de quince mil habitantes que llaman popularmente Venezuelaville y que tiene la bandera de Venezuela como enseña en el cartel a la entrada al pueblo.
En Atlanta hay cafés llamados Caracas y Ocumare, y dos areperas que hacen las delicias de colombianos y chicanos. New York está lleno de bartenders maracuchos y caraqueños.
Las Islas Canarias parecen el Boulevard de Sabana Grande, y en Barcelona, en pleno otoño catalán basta con entrar al Corte Inglés para comprar harina Pan, tostoncitos o una polarcita bien fría, y encontrarse en la caja número 2 a un ex compañero de la UCV haciendo el mercado de la quincena. En menos de una década nos han convertido en un pueblo de inmigrantes, llenos de nostalgia de torontos y añorantes de queso telita.
Hace veinte años, los intelectuales venezolanos se preguntaban que era "la identidad nacional", en este país de mientras tanto y por si acaso, cuyos monumentos históricos no pasan de la década de los albores del siglo XX, y la respuesta iba más allá de esta Venezuela bolivariana de Revista Tricolor, que intentan vendernos los neochavistas. Más allá del Turpial y el Araguaney, más allá del Flamboyan y de la Semana Santa de los 7 templos.
Portugueses, italianos, españoles, eslavos, judíos y alemanes, fueron llegando a nuestras costas como sobrantes de una post-guerra de miseria y necesidades.
Ahora hijos y nietos de esta marea aluvional, regresan a los países de donde vinieron los ancestros, para encontrar que valen lo mismo que un africano de patera o un colombiano sin papeles: o sea nada.
El venezolano de clase media que emigra buscando la esperanza en otros países, ve convertidos sus títulos e innumerables postgrados en sólo papel mojado y generalmente termina aceptando el primer trabajo de mesonero o empleado que le permita pagar el alquiler y sobrevivir al invierno.
Las mujeres venezolanas, acostumbradas a la paridad gerencial y a las conquistas logradas post era perejimenista, se encuentran con un mundo de amas de casa que tienen veinte años de atraso con respecto a Venezuela, en la mayoría de los casos europeos, y sobre todo en la supuesta "España moderna", que tiene la mayor tasa de violencia de género de Europa, que se escandaliza porque las Ministras del gobierno socialista posan para Vogue y en las que las mujeres en vez de jugar un papel en la historia juegan un trapo, como bien reprocharía Mafalda en uno de sus chistes más mordaces.
Y el Norte, el Norte sigue siendo una quimera a ritmo de merengue venezolano, que atrocidad!!. Un Norte de Migra persiguiendo petareños por la calle Ocho de Miami, de policías aduaneros que prácticamente te instalan un localizador satelital para encontrarte post vencimiento visa turística.
En Estados Unidos nos llaman "los balseros del aire", en Canadá nos niegan las visas antes de respirar siquiera y en los consulados australianos (por sólo dar tres ejemplos) nos colocan un "warning" alrededor de la nacionalidad.
Ya no somos el país bienvenido del oro negro. Somos un país de exiliados forzosos, instalados en la añoranza de una Venezuela que no volverá y que nos dejó botados a las puertas de la historia, con nuestra rabia como única arma para derrotar a los mediocres que nos sellan el pasaporte a la salida.
Como decía el Charly García, el último que salga que apague la luz...porque los que regresen tendrán la terrible mirada de los que no creen en nada
Manuel Caballero
lunes, enero 23, 2006
Latinoamerica La copa medio llena o medio vacia ?
Autor desconocido (que me disculpe el autor pero esto es muy bueno para no publicarlo)
Dos recientes estudios sobre cómo sería el mundo en el 2020 señalan que América Latina prácticamente desaparecerá del mapa, será irrelevante.
Uno de ellos es el del Parlamento Europeo, elaborado por el alemán Rolf Linkohr, y el otro del National Inteligence Council, el instituto de estudios a largo plazo de la CIA norteamericana.
Con una breve reseña de ambos análisis estratégicos empieza el último libro de Andrés Oppenheimer, Cuentos Chinos (Editorial Sudamericana, 2005).
Aunque el autor es más optimista que los estudios que resume, los datos que presenta son escalofriantes.
Los problemas.
América Latina (AL) está acostumbrada a vivir de ilusiones, alimentadas sistemáticamente por políticos irresponsables y corruptos. Pero la realidad deja pocas dudas.
Hoy día América Latina está cada vez más distante del mundo desarrollado y de los países emergentes, asiáticos y de Europa Central.
A pesar de que los últimos cuatro o cinco años han sido de crecimiento constante para la región, se ha debido básicamente a la demanda y los precios de las materias primas.
Pero no es un crecimiento que se sostendrá en el tiempo, porque los problemas básicos de AL se mantienen o se están agravando. Inestabilidad política, cambio constante de las reglas de juego que ahuyenta las inversiones, el ejemplo más cercano es el de Evo Morales en Bolivia.
Ya ocurrió en la Venezuela de Hugo Chávez, pero también en la Argentina de Néstor Kirchner, en Ecuador con cinco presidentes.
Y sucedería en el Perú con Ollanta Humala, León Trahtemberg ha calificado la educación pública peruana como una estafa, por su nula calidad.
Pero otros países de la región están en situación similar.
En la “era del conocimiento”, el principal recurso de los países es la calificación de su gente, y en eso AL se retrasa cada día más en relación con China, la India, Irlanda, Polonia y la multitud de países emergentes.
Inseguridad creciente.
“América Latina es la región más violenta del mundo” sostiene Oppenheimer.
El 75% de los secuestros del planeta se registran en América Latina, con menos del 5% de la población mundial. AL tiene también la tasa de homicidios más alta del mundo.
Todo esto acompañado de una enorme proporción de impunidad para los autores de los crímenes. Los gastos de seguridad de las empresas son más del doble en América Latina (7%) que en Asia (3%).
Altísimas tasas de pobreza y desigualdades enormes (la región más desigual del mundo) que posibilitan populismos y nacionalismos retrógrados que retroalimentan el círculo vicioso, con bajísimos niveles educativos en comparación con otros lugares del mundo.
Una de las pocas excepciones en este panorama desolador es Chile, que hasta ahora se mantiene en sentido contrario a las tendencias de la región.
La presencia de Ollanta Humala en Caracas, el martes pasado, es una viva imagen de lo que ocurre en la región. Elogiado y apadrinado por Hugo Chávez y Evo Morales, quienes a su vez son patrocinados por Fidel Castro -el más longevo y retrógrado dictador de AL- Humala tiene una enorme popularidad y podría tentar la presidencia en abril próximo.
Las dudas sembradas en meses anteriores por algunos despistados se están disipando rápidamente. Humala comparte las ideas retardatarias de sus padrinos Hugo Chávez y Evo Morales. Si alguien pensaba que era una hoja en blanco, en la que el que llegara primero podía escribir, se equivocó. Esa hoja ya está garabateada por Fidel, Hugo y Evo.
Lo que propone Humala en política es una dictadura al estilo del general Juan Velasco Alvarado o su versión venezolana del siglo XXI: control de todos los poderes del Estado en una sola mano, desaparición en la práctica de la libertad de prensa, involucramiento de las FFAA. en la política al servicio del dictador, perpetuación indefinida del caudillo en el poder, apañada por elecciones falsificadas cada cinco años.
Por lo demás, nada muy diferente de las antiguas dictaduras latinoamericanas, desde Porfirio Díaz hasta Anastasio Somoza, pasando por Rafael Leonidas Trujillo y Alfredo Stroessner y su versión moderna, la de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos.
En lo económico, a diferencia de las dictaduras de derecha, Humala plantea una vía izquierdista: cerrazón al mundo, estatizaciones, regalos populistas a los pobres que cada vez serán más, enfrentamiento con los EEUU.
Todo lo cual termina como siempre, en un desastre económico mayúsculo y un caos político.
China y McDonald’s.
Cuenta Oppenheimer que cuando partía para visitar China, leyó en un periódico que la revolución bolivariana de Hugo Chávez acababa de cerrar durante tres días los 80 establecimientos de la cadena McDonald’s, cosa que era presentada como un gran logro revolucionario.
Cuando llegó a Beijing, lo sorprendió un titular del periódico oficial del Partido Comunista en inglés: “¡Mc Donald’s se expande en China!” Jubilosamente anunciaban que el directorio en pleno de la cadena norteamericana visitaría China, sería recibido por las más altas autoridades del país y anunciarían su expansión de seiscientos a mil establecimientos en doce meses.
Hay dos tipos de países, anota Oppenheimer.
Los que atraen capitales y los que espantan capitales.
China está entre los primeros; Venezuela entre los segundos.
El flujo de inversiones a países de bajo desarrollo se ha modificado dramáticamente en las últimas tres décadas.
Antes, América Latina recibía el 55% y Asia el 45%.
Hoy, América Latina acoge apenas el 37%, mientras que Asia ha subido al 63%.
Humalismo.
Las pocas propuestas presentadas por Ollanta Humala el jueves pasado, se inscriben en la línea de espantar las inversiones. La primera, revisar los contratos de estabilidad tributaria. Precisamente la inseguridad que ahuyenta a los capitales.
Nadie va a invertir a largo plazo en un país que cambia las reglas de juego cada momento.
Las únicas inversiones que vienen a países de esas características son las que buscan recuperar todo en cortísimos plazos. Es decir, las menos deseables.
La segunda, prohibir las inversiones chilenas en sectores “estratégicos”. Al final, por supuesto, todo se convierte en estratégico.
Además, si se le prohíbe a los chilenos ¿por qué no a los ecuatorianos? ¿Y qué decir de brasileños y colombianos? Y si se prohíbe a los vecinos ¿se le va a permitir al “imperialismo” norteamericano?
En tercer lugar, el cambio de Constitución, que además de ser una idea estúpida y formalista -pensar que con leyes y constituciones se cambia el país-, tiene en el fondo un solo propósito claro: introducir la reelección inmediata e indefinida, para perpetuar al caudillo en el poder.
Eso hizo Fujimori, eso hizo Chávez, eso haría Humala. Porque, naturalmente, la “refundación” del país no se hace en cinco años. Se requieren de 20 o 30 años, o de 50, como aspira Fidel Castro.
El maestro.
El sucesor de Fidel Castro en el imaginario izquierdista latinoamericano es, sin duda, Hugo Chávez. El caudillo bolivariano ha logrado lo imposible: aumentar la pobreza y el desempleo en su país al mismo tiempo que el petróleo, su principal recurso, multiplicaba su precio casi 7 veces, de US$ 9 por barril cuando llegó Chávez al poder, a los US$ 60 actuales.
Una hazaña que nadie en el mundo podrá repetir.
Según las inocultables cifras oficiales del gobierno venezolano, citadas por Oppenheimer, la pobreza aumentó de 43% a 53% en el período de Chávez (1999-2004) y la pobreza extrema pasó de 17% a 25%.
El desempleo urbano subió de 15% a 18% Quebraron 7,000 empresas.
El lenguaje nacionalista y revolucionario de Chávez tuvo otro efecto: precipitar la fuga más grande de capitales en la historia de Venezuela, US$ 36 mil millones.
Solo palabrería, por lo demás, porque Chávez, a diferencia de Fidel, no ha hecho ninguna revolución. La tesis de Oppenheimer es que el megalómano caudillo caribeño, usa ese lenguaje incendiario, porque le da notoriedad mundial y le es útil para justificar su autoritarismo.
Oppenheimer entrevistó en Caracas a Luis Miquilena, un antiguo comunista que por años alojó a Chávez en su casa, cuando salió de prisión, y que luego fue estrecho colaborador suyo y ministro del Interior. Miquilena lo describió como “un hombre intelectualmente limitado, impulsivo, temperamental, rodeado de obsecuentes, increíblemente desordenado en todos los aspectos de la vida, impuntual, absolutamente negado para las finanzas, amante del lujo y, por sobre todas las cosas, errático”.
Concluye Miquilena: “Es uno de los hombres más impredecibles que he conocido”.
Ese es el nuevo líder de la izquierda latinoamericana y el protector y guía de Ollanta Humala.
¿A dónde vamos? Oppenheimer insiste en que no hay condicionantes definitivos que lleven a América Latina al lugar que le pronostican los análisis mencionados al principio, la irrelevancia en un mundo que compite, crece y progresa.
Pero la verdad es que los hechos son macizos. AL se está quedando cada vez más rezagada.
Los cambios que se están produciendo en los últimos años son, en general, en la dirección de empeorar las cosas. Con Evo Morales, Bolivia va directo al abismo, aunque es verdad que probablemente con cualquiera se desbarrancaría.
Las élites económicas y políticas se muestran tan incapaces y ciegas como siempre, y las masas pauperizadas están continuamente dispuestas a seguir a caudillos populistas que les ofrezcan el paraíso en la otra esquina.
Así las cosas, solo queda, como los buenos latinoamericanos, confiar en un milagro.
El Ultimo Emperador
¿Podría yo vivir como lo hacen los cubanos en su tierra, sin ningún privilegio como aspirar a tener una casa, un carro o simplemente accesar a Internet?
Este articulo esta dedicado a todos los venezolanos, sin importar el lado del que estén, así que les pido que por favor lo lean con detenimiento, en especial aquellas personas que por cualquier motivo, apoyan al gobierno. Dios quiera que la mano de la providencia me ilumine y permita que las ideas fluyan claras, precisas y despojadas de prejuicios y odios.
Jamás olvidaré una escena de la película "El Último Emperador", en la cual el Monarca, ya viejo y convertido en jardinero por la Revolución Cultural China, ve pasar frente a él a un grupo de prisioneros vestidos de gris con un humillante letrero colgado al cuello donde se podía leer el supuesto delito por ellos cometido. Delitos como: Creer en otra religión, poseer libros diferentes a El Libro rojo de Mao, besarse en público o tener una maquina de escribir.
Cualquier cosa que no fuera adorar a Mao Tsé-tung era razón suficiente para ser encarcelado y humillado públicamente. Lo cierto es que en la película, el Emperador gira timidamente su rostro hacia una multitud de fanáticos que injuriaban y golpeaban a los infelices que venían amarrados. Cual no sería su sorpresa al reconocer entre los detenidos, al esbirro principal de cuando él fue también hecho preso, humillado y despojado de los más mínimos derechos que puede tener un ser humano.
El par de segundos que dura el cruce de miradas entre el Último Emperador y el antiguo esbirro torturados, puede ocurrir pronto entre los venezolanos si no nos unimos, no en contra del Gobierno, sino a favor de nosotros mismos. Me gustaría que en un acto de objetividad y sinceridad, las personas que apoyan al Gobierno, mediten seriamente lo que está pasando.
El llamado es para aquellos honestos que tienen una pequeña finca, una casa en la playa o un apartamento logrados con trabajo y esfuerzo.
El llamado también es para los obreros que tienen buenos empleos en empresas serias; para los trabajadores del campo que laboran con patrones responsables y para algunos intelectuales y artistas que de buena fe, apoyan al Gobierno.
Sincérense con ustedes mismos, háganse la siguiente pregunta y respóndanla íntimamente y sin comentarlo con nadie:
¿Podría yo vivir como lo hacen los cubanos en su tierra, sin ningún tipo de privilegios como aspirar a tener una casa, un carro o simplemente accesar a Internet? Las revoluciones no perdonan. Recuerden lo que ocurrió con los actores de la francesa, no olviden a Stalin, a Pol Pot en Camboya, a Kim II Sung en Corea del Norte, a Mao Tsé-tung y a su esposa en china, a los esposos Ceausescu en Rumania, todos estos criminales asesinaron mucha más gente que Hitler. Las revoluciones son como las viudas negras: Arañas que matan a sus consortes después que los utilizan para la cópula. Los que hoy persiguen también serán perseguidos. Los que hoy "jalan bolas" y "sapean", mañana nos llamaran para decir que "ellos no sabían como eran las cosas". Todavía estamos a tiempo. Lo primero es no ser indiferentes a los ataques que sufren otros. No se entreguen ni se desanimen. No se queden callados. No tengan miedo. Piensen que hemos tenido un país que cometió muchos errores y muchos sinvergüenzas nos gobernaron... ¡Pero era un país donde cabíamos todos! ¿O no?
En lo personal y, viniendo yo de la izquierda, siempre trabajé con los Gobiernos de Acción Democrática y COPEI. Nunca me preguntaron si había votado por sus candidatos o si había firmado en contra de ellos. Eran tiempos en que éramos adversarios pero no enemigos.
Todos los que hoy excluyen y siembran odios en el área de la cultura, vivieron muy bien durante los "horrorosos 40 años de Acción Democrática y COPEI": Compraron sus casas, sus carros, viajaron representando a Venezuela y mandaron a sus hijos con becas del Estado a estudiar afuera, algunos inclusive, trabajaron como Representantes Culturales en Embajadas.
Queda podo tiempo, pero queda tiempo. No nos caigamos a embustes, la cosa es difícil pero todavía se puede hacer algo. Una pequeña luz se ha asomado.
La mayoría de los partidos de oposición se unieron. A lo mejor no era lo que muchas personas aspiraban ¿Pero acaso cuando se hundió el Titanic a las personas que estaban a punto de ahogarse les importó si la balsa en que se iban a salvar era blanca, verde o rosada? Creo que es hora de apoyarnos a nosotros mismos.
Dejemos ya la necedad de la abstención. Volvamos a la calle con optimismo, fe y sin miedo, porque sino ¡Todos perderemos todo!..... Hasta ellos, cuando caigan en desgracia y ya no los necesiten. Piénsenlo... No vaya a ser que nos pase como al Último Emperador.
viernes, enero 20, 2006
CHAVEZ Y HUGO BOSS
Al cerrar el siglo XX, América Latina parecía haber escapado finalmente su reputación por las dictaduras militares. La ola democrática que barrió a la región a finales de la década de los setenta parecía imparable. Ningún país latinoamericano, con la excepción de Haití, había revertido al autoritarismo. Hubo unos pocos golpes, por supuesto, pero todos se deshicieron, y el orden constitucional volvió. Las encuestas en la región indicaban un creciente apoyo a la democracia, y el clima parecía ser inhóspito para los dictadores.
Entonces vino Hugo Chávez, electo presidente de Venezuela en Diciembre de 1998. El teniente coronel había intentado dar un golpe seis años antes. Al fallar, ganó el poder en las urnas y se aproxima ahora a llevar una década en el poder. En ese tiempo, ha concentrado poder, ha hostigado oponentes, ha castigado reporteros, ha perseguido organizaciones civiles, y ha aumentado su control sobre la economía. Aún así, ha encontrado también la forma de hacer al autoritarismo atractivo de nuevo, si no entre las masas, al menos entre suficientes votantes para ganar elecciones. Y con su fiera retórica antiamericana, antineoliberal, Chávez se ha convertido en el ídolo de muchos izquierdistas alrededor del mundo.
Muchos expertos, y ciertamente muchos partidarios de Chávez, no están dispuestos a conceder que Venezuela ha devenido en autocracia. Después de todo, Chávez gana votos, a menudo con ayuda de los pobres. Esa es la peculiaridad del régimen de Chávez. Él ha eliminado la contradicción entre autocracia y la competitividad electoral.
Aún más, su logro no es simplemente el producto del carisma o de características locales singulares. Chávez ha reformulado el autoritarismo para una era democrática. Con elecciones este año en varios países latinoamericanos – incluyendo a México y Brasil – su fórmula de liderazgo puede inspirar a líderes con ideas similares en la región. Y su estatus de celebridad internacional significa que hombres fuertes, hasta fuera de América Latina, pueden adoptar pronto el nuevo look Chávez.
El Disfraz Democrático
En Venezuela no hay ejecuciones en masa o campos de concentración. La sociedad civil no ha desaparecido, como lo hizo en Cuba después de la revolución de 1959. No hay un terror de estado, sistemático, que deja cantidades de desaparecidos, como ocurrió en argentina y Chile en los años setenta. Y no hay ciertamente una burocracia eficientemente represiva e invasiva á la “Pacto de Varsovia”. De hecho, en Venezuela, uno puede hallar una oposición vociferante y activa, elecciones, una prensa combativa, y una vibrante y organizada sociedad civil. Venezuela, en otras palabras, parece casi democrática.
Pero cuando se trata de responsabilidad y límites al poder presidencial, la imagen se vuelve oscura. Chávez ha logrado un control absoluto de todas las instituciones de poder que pudieran poner en jaque su poder. En 1999, ideó una nueva constitución que dio al traste con el senado, reduciendo así de dos a una el número de cámaras con las cuales negociar. Como sólo tenía una mayoría limitada en esta legislatura unicameral, forzó una revisión de las reglas de la Asamblea para que las leyes de mayor envergadura (llamadas orgánicas n. del t.) pudiesen ser aprobadas con mayoría simple, en vez de la requeridas dos terceras partes. Usando esa regla, Chávez aseguró aprobación legislativa para una expansión de la Corte Suprema de 20 a 32 jueces y llenó los puestos con desvergonzados revolucionarios, que es como los chavistas se llaman a si mismos.
Chávez también se ha convertido en comandante en jefe dos veces. Con la Fuerza Armada tradicional, él ha logrado un control político sin rival. Su constitución de 1999 se deshizo de la supervisión legislativa, un cambio que le permitió purgar generales que no le eran leales y promover a los que le son amigables. Comandar una fuerza armada no era sin embargo suficiente para Chávez. Así, en el 2004, comenzó a ensamblar un ejército paralelo de reservistas urbanos, cuya membresía espera expandir de 100000 miembros a 2 millones. En Colombia, 10000 paramilitares de ultra derecha influyeron significativamente el curso de la guerra doméstica en contra de las guerrillas. Dos millones de reservistas pueden significar nunca tener que estar en la oposición.
Tan importante como eso, Chávez controla el instituto que supervisa elecciones, el Consejo Nacional Electoral, y la gigantesca empresa petrolera estatal, PDVSA, que provee la mayor parte de los fondos del gobierno. Un cuerpo electoral controlado por Chávez garantiza que las irregularidades comiciales cometidas por el gobierno sean pasadas por alto. Una industria petrolera controlada por Chávez permite al estado gastar dinero a voluntad, lo cual es muy útil durante las épocas electorales.
Así, Chávez controla la legislatura, la Corte Suprema, dos fuerzas armadas, la única fuente importante de ingresos del estado, y la institución que monitorea las reglas electorales. Y por si fuera poco, la nueva ley de medios permite al estado supervisar el contenido de los medios, y un código penal revisado le permite al estado encarcelar a cualquier ciudadano por “faltar el respeto” a los miembros del gobierno. Al compilar y publicar en Internet listas de votantes y sus preferencias políticas – incluyendo si firmaron una petición para un referéndum revocatorio en el año 2004 – Venezuela ha logrado una responsabilidad en reverso. El estado está vigilando y castigando a sus ciudadanos por acciones políticas que no aprueba, en lugar de ser al revés. Si la democracia requiere controles sobre el poder de aquellos que están en el poder, Venezuela no está ni cerca.
Polariza y conquista.
Las tomas de poder de Chávez no se han dado sin oposición. Entre 2001 y 2004, más de 19 marchas masivas, múltiples cacerolazos, y una huelga general en PDVSA paralizaron virtualmente al país. Un golpe lo removió del poder brevemente en Abril de 2002. No mucho tiempo después, y a pesar de los obstáculos impuestos por el Consejo Electoral, la oposición recolectó dos veces suficientes firmas – 3.2 millones en feb. 2003 y 3.4 millones en Diciembre de 2003 – para solicitar un referéndum revocatorio presidencial.
Pero hasta allí llegaron sus oponentes. Chávez ganó el referéndum en 2004 y desinfló a la oposición. Para muchos analistas, la capacidad de Chávez de mantenerse en el poder es fácil de explicar: Los pobres le aman. Chávez puede ser un caudillo, dice el razonamiento, pero a diferencia de otros caudillos, Chávez se aproxima a un Robin Hood bona FIDE. Con una retórica de inclusión y gasto espléndido, en especial desde finales de 2003, Chávez se ha dirigido a las necesidades espirituales y materiales de los pobres de Venezuela, que en 2004 alcanzaban a ser un 60% de los hogares venezolanos.
Sin embargo, reducir los logros políticos de Chávez a una historia de redención social pasa por alto la complejidad de su régimen – y el peligro de su precedente. Innegablemente, Chávez ha traído programas sociales innovadores a vecindades que el sector privado y el estado venezolano habían prácticamente abandonado en manos de bandas criminales, aunque muchas de esas iniciativas se dieron solo cuando se vio forzado a competir en el referéndum revocatorio. También desplegó uno de los más dramáticos crecimientos en gasto estatal en un país en desarrollo, pasando de 19 % del PIB en 1999 a más del 30% en 2004. Aún así, Chávez ha fallado en mejorar en cualquier medida significativa los índices de pobreza, educación o equidad. Más crítico aún para la teoría de Chávez-como-Robin Hood, es que los pobres no lo respaldan en masa. La mayoría de las encuestas revela que cuando menos 30 %, y a veces aún más, desaprueban a Chávez. Y es seguro asumir que entre el 30 y 40% del electorado que se abstiene de votar, la mayoría tiene bajos recursos.
La incapacidad de Chávez para lograr control sobre los pobres es clave para comprender su nuevo estilo de dictadura – llamémosle “autocracia competitiva”. Un autócrata competitivo tiene suficiente soporte para competir en elecciones, pero no lo suficiente para abrumar a la oposición. La coalición de Chávez comprende hoy en día porciones de los pobres, la mayor parte de una fuerza armada purgada a fondo, y muchos políticos de izquierda marginados por largo tiempo. Chávez es por ello, distinto de otros dos tipos de dictadores: el autócrata impopular que tiene pocos seguidores y debe recurrir a la represión abiertamente, y el autócrata cómodo, que enfrenta poca oposición y puede relajarse en el poder. La oposición a Chávez es demasiado fuerte para ser reprimida abiertamente, y las consecuencias de hacerlo serían en cualquier caso prohibitivas. Así, Chávez mantiene una semblanza de democracia, que le obliga a ser más listo que la oposición. Su solución es antagonizar, en vez de prohibir. El éxito electoral de Chávez tiene menos que ver con lo que hace por los pobres que con como trata a la oposición organizada. El ha descubierto que puede concentrar poder más fácilmente en presencia de una oposición virulenta que con una oposición clandestinizada, y al hacer esto, está reescribiendo el manual de cómo ser un autoritario de la era moderna.
He aquí como funciona:
Ataque a los partidos politicos: Tras el fallido intento de Chávez de obtener el poder por medio de un golpe en 1992, él se decidió a intentar las elecciones de 1998. Su estrategia de campaña tenía un tema preeminente: la maldad de los partidos políticos. Sus ataques a la partidocracia (en comillas en el original, n. del .t.) eran más frecuentes que sus ataques en contra el neoliberalismo, y el tema fue un éxito instantáneo con el electorado. Como en la mayoría de las democracias de países en desarrollo, el descontento con los partidos existentes era profundo y dominante. Atraía a la derecha y a la izquierda, viejos y jóvenes, el votante tradicional al abstencionista. La posición antipartidista de Chávez no sólo le permitió ser elegido, sino que para Diciembre de 1999 le permitió también aprobar una de las constituciones más antipartidistas entre las democracias de América Latina. Su plan para concentrar poder arrancaba bien.
Polarizar a la sociedad: Habiendo logrado el poder, la tarea del autócrata competitivo es polarizar el sistema político. Esta maniobra desinfla el centro político y mantiene la unidad entre sus seguidores. Reducir el centro político es crucial para el autócrata competitivo. En la mayoría de las sociedades, el centro ideológico es numéricamente fuerte, lo cual crea un problema para los aspirantes a autócratas, pues los votantes moderados rara vez van por los extremistas – a menos por supuesto, que el otro lado se vuelva inmoderado también.
La solución es provocar a los oponentes a que tomen posiciones extremas. El alza de dos polos extremos rompe el centro: la izquierda moderada se espanta por la derecha, y gravita hacia la izquierda radical, y viceversa. El centro nunca desaparece por completo, pero se reduce a un tamaño manejable. Ahora, nuestro aspirante a autócrata tiene la oportunidad de ganar más de un tercio de los votos en cada elección, quizás hasta una mayoría. Chávez logró polarizar el sistema tan temprano como Octubre de 2000 con su decreto 1011, que sugería una nacionalización de las escuelas privadas y una ideologización del sistema de educación pública. La oposición reaccionó predeciblemente: entró en pánico, se movilizó y abrazó una posición radical en defensa del status quo. El centro comenzó a reducirse.
Los seguidores de Chávez, mientras tanto, se vieron energizados y poco inclinados a discutir mientras él conquistaba obstáculos institucionales a su poder. Esta energía dentro del movimiento es esencial para el autócrata competitivo, quien en realidad enfrenta una mayor oportunidad para la disensión interna que los dictadores impopulares pues la coalición que le apoya, es mayor y más heterogénea. Así debe identificar constantemente mecanismos para aliviar tensiones internas. La solución es simple: invite a las tropas descontentas con recompensas espléndidas y provocar a la oposición para que siempre haya un monstruo que enfrentar. La generosidad crea incentivos para que las tropas se mantengan fieles, y las provocaciones eliminan los incentivos para cambiar de bando.
Reparta la riqueza selectivamente: Aquellos que esperan que el populismo de Chávez beneficie a los ciudadanos de acuerdo a sus necesidades, en lugar de su utilidad política, no comprenden la autocracia competitiva. Su populismo es grandioso, pero selectivo. Sus seguidores reciben favores inimaginables, y sus detractores solo reciben insultos. Negar riquezas a la oposición mientras se regala a los seguidores con el botín tiene los beneficios adicionales de causar rabia a aquellos que no pertenecen al campo del autócrata y dar más combustible al fuego de la polarización que el autócrata competitivo necesita.
Chávez tiene gran cantidad de recursos de los cuales puede hacer uso. Es, después de todo, uno de los más poderosos Gerentes en uno de los más beneficiosos negocios: Venderle petróleo a Estados Unidos. Él ha aumentado lentamente su control personal sobre PDVSA. Con ventas estimadas en 84 billones de dólares en 2005, PDVSA tiene la quinta posición en reservas probadas en posesión estatal en el mundo y los ingresos mas grandes en América Latina después de PEMEX, la estatal petrolera mejicana. Ya que participa en ambos mercados de venta al por mayor y al detal en petróleo en Estados Unidos (es dueña de CITGO, una de las más grandes empresas de refinación y venta de gasolina al detal de los Estados Unidos), logra ganancias sin importar si el precio del petróleo está alto o bajo.
Pero regar dinero del petróleo no es lo suficientemente polarizante. Chávez necesita conflicto, y su reciente expropiación de tierras privadas lo ha provisto de ello. A mediados de 2005, el gobierno nacional, en cooperación con algunos gobernadores de estado y la guardia nacional, comenzó una serie de tomas de tierras. Casi 250.000 acres (aprox. 1000 km2) fueron tomados en Agosto y Septiembre, y el gobierno ha anunciado que tiene intenciones de tomar más. La constitución permite expropiaciones sólo después de que la Asamblea Nacional consienta, o que la propiedad haya sido declarada ociosa. Chávez ha encontrado otra manera – cuestionando los títulos de propiedad y alegando que dichas propiedades pertenecen al Estado. Los seguidores de Chávez aplaudieron la movida rápidamente como virtuoso Robinhoodismo. Por supuesto, un gobierno interesado sinceramente en los pobres habría simplemente distribuido parte del 50% del territorio venezolano que ya posee, la mayor parte del cual está ociosa. Pero entregar tierras estatales no engancha a nadie.
La mayor parte de las tierras terminará probablemente en manos de activistas del partido y los militares, no en las manos de los pobres. Poseer una pequeña parcela de tierra es un sueño para la jubilación común entre muchos sargentos venezolanos, razón por la cual la milicia ha sido hipnotizada por la toma de tierras de Chávez. Poco después del anuncio de las expropiaciones, surgió una disputa pública entre el director del Instituto de Tierras, Richard Vivas, un civil radical, y el ministro de alimentación, Rafael Oropeza, General activo, cuya oficina estaría a cargo de las expropiaciones. Nadie espera que los militares se marchen con las manos vacías.
Permita que la burocracia decaiga, casi por completo: Algunas autocracias, como la de Burma, buscan hacerse legítimas estableciendo el orden; otras, como el partido comunista chino, lo hacen intentado proveer prosperidad económica. Ambos tipos de autocracia requieren una burocracia de alto nivel. Un autócrata competitivo como Chávez no requiere tal competencia. Puede permitir que la burocracia decline – con una excepción: las oficinas que cuentan votos.
Quizás la mayor evidencia de que Chávez impulsa el caos burocrático es el cambio constante en su gabinete. Es imposible tener políticas coherentes cuando los ministros no permanecen suficiente tiempo en el cargo para siquiera redecorar sus oficinas. En promedio, Chávez cambia a más de la mitad de su gabinete cada año. Sin embargo, junto a esta agitación burocrática, él está construyendo una poderosa maquinaria electoral. Las mejores mentes y los mejores técnicos (en itálicas en el original, n. del t.) manejan las elecciones. Uno de los más influyentes genios electorales del gobierno es el reservado ministro de finanzas, Nelson Merentes, quien pasa más tiempo ocupado en elecciones que en solvencia fiscal. El trabajo de Merentes es bien claro: extraer la mayor cantidad posible de cargos de resultados electorales mediocres. Esta tarea requiere una comprensión profunda de los sistemas electorales, manipulación efectiva de la distribución de los circuitos, movilización de nuevos votantes, conocimiento detallado de las inclinaciones políticas de los diferentes distritos, y, por supuesto, una pizca de truculencia. Una buena cabeza para los números es requisito indispensable para este trabajo. Merentes es, sin ninguna sorpresa, un matemático entrenado.
Los resultados son aparentes. Renovar un pasaporte en Venezuela requiere varios meses, pero más de 2.7 millones de votantes han sido registrados en menos de dos años (casi 3700 votantes por día), de acuerdo a un reporte reciente en El Universal, un diario caraqueño pro-oposición. Para el referéndum revocatorio, el gobierno añadió nombres al registro hasta 30 días antes del voto, haciendo imposible chequear irregularidades. Más de 530.000 extranjeros fueron nacionalizados de manera expedita y registrados en menos de 20 meses, y más de 3.3 millones fueron transferidos a nuevas circunscripciones electorales.
Los estrategas electorales de Chávez también han logrado descifrar como jugar con el bifurcado sistema electoral, en el que 60% de los puestos son elegidos uninominalmente y el resto de los puestos va a listas compiladas por partidos. El sistema está diseñado para favorecer al segundo partido en tamaño.
Para masajear al sistema, el gobierno adoptó el sistema de morochas (en itálicas en el original, n. del t.), término popular para referirse a gemelas. Los operativos políticos del gobierno crearon un partido nuevo para participar en la elección uninominal. Así el partido de Chávez evita la penalidad impuesta al partido por ganar en ambos sistemas. El beneficio que sería obtenido por un representante de la oposición es capturado por la misma gente que gana los puestos uninominales – precisamente el resultado que se buscaba evitar al diseñar el sistema. En las elecciones de Agosto de 2005 para gobiernos locales, por ejemplo, el partido de Chávez obtuvo el 77% de los puestos con solo 37% de los votos en la ciudad de Valencia. Sin morochas, la porción de puestos del gobierno hubiese alcanzado sólo el 46%. La legalidad de muchas de las estrategias gubernamentales es cuestionable. Y es allí que controlar el Consejo Nacional Electoral y la Corte Suprema resulta útil. A estas fechas, ninguno de los dos cuerpos ha encontrado ningún problema en las estrategias electorales del gobierno.
Antagonice al Superpoder: Después del RR, en el que Chávez obtuvo 58% de los votos, la oposición cayó en coma, en shock no sólo por los resultados sino por la facilidad con la que los observadores internacionales validaron la endeble auditoria de los resultados por parte del CNE. Para Chávez, el silencio atónito de la oposición ha sido una bendición mixta. Ha aclarado el camino para más incursiones estatales, pero ha dejado a Chávez sin enemigos para atacar. La solución? Tomarla en contra de los Estados Unidos.
Los ataques de Chávez en contra de Estados Unidos aumentaron notablemente al final de 2004. Él ha acusado a Estados Unidos de planificar matarle, de preparar su derrocamiento, de poner espías dentro de PDVSA, de planificar una invasión a Venezuela, y de aterrorizar al mundo. Atacar al superpoder sirve al mismo propósito que antagonizar a la oposición: Le ayuda a unir y distraer a su diversa coalición de seguidores – con un beneficio adicional. Le gana las simpatías de la izquierda internacional.
Todo autócrata necesita apoyo internacional. Muchos buscan ese apoyo acercándose a los superpoderes. La forma de Chávez es convertirse en un antiimperialista balístico. Chávez tiene aún que salvar a Venezuela de la pobreza, el militarismo, la corrupción, el crimen, la dependencia del petróleo, el capitalismo monopólico, o cualquier otro de los problemas que interesan a la izquierda internacional. Con pocos logros socialdemócratas que presentar, Chávez necesita desesperadamente algo que cautive a la izquierda. Se juega una carta antiimperialista porque no tiene ninguna otra en la mano.
La belleza inherente de esta política es que, al final, poco importa como responda Estados Unidos. Si Estados Unidos se hace de la vista gorda (como hizo hasta 2004), Chávez parece haber ganado. Si Estados Unidos sobreactúa, como lo ha hecho en mayor medida en meses recientes, Chávez prueba su punto. Aspirantes a autócratas tomen nota: atacar a Estados unidos es una política de bajos riesgos y altos retornos.
Caos controlado.
En última instancia, todo régimen autoritario busca el poder siguiendo el mismo principio. Elevan la tolerancia de la sociedad para la intervención estatal. Thomas Hobbes, el filosofo británico del s. XVII, ofreció algunos tips para lograr este fin. Mientras mayor inseguridad enfrenten los ciudadanos – acercándose a vivir en un brutal estado de naturaleza – mas darán la bienvenida al poder del estado. Puede que Chávez no haya leído a Hobbes, pero comprende su pensamiento a la perfección. Él sabe que si los ciudadanos ven al mundo colapsar, apreciarán más las intervenciones estatales. En vez de componer el catastrófico sistema de salud publica, abre unos cuantos hospitales militares a pacientes selectos y trae médicos cubanos para manejar clínicas ad hoc. En vez de ocuparse de la falta de competitividad de la economía, ofrece subsidios y protecciones económicas a agentes en problemas. En vez de acabar con la inflación, hecho crucial para aliviar la pobreza, Chávez establece controles de precios y crea tiendas de abarrotes locales con precios subsidiados. En vez de promover derechos de propiedad estables para fomentar las inversiones y el empleo, expande los programas de trabajo estatales.
Como la mayoría de los diseñadores de moda, Chávez no es completamente original. Su forma de autoritarismo tiene influencias. Su antiamericanismo, por ejemplo es Castro puro; su uso de los recursos del Estado para recompensar a sus seguidores es la quintaesencia del populismo latinoamericano; y su inclinación a tomar las instituciones la obtuvo seguramente de varios presidentes de orientación capitalista de la década de 1990.
Chávez ha absorbido y combinado esas técnicas en un modelo coherente para un autoritarismo moderno. El estudiante emerge ahora como maestro, y su agenda se adapta al mundo post-totalitario de hoy, en el que las democracias en los países en desarrollo son lo suficientemente fuertes para sobrevivir golpes por dictadores chapados a la antigua pero están sitiadas por desordenes institucionales. De Ecuador a Egipto a Rusia, hay vastos territorios para que se desarrolle el autoritarismo competitivo.
Cuando el presidente Bush criticó a Chávez en la Cumbre de las Américas en Argentina en noviembre pasado, puede que se haya contentado con pensar que Chávez es el único que se resiste a una ola democrática que barre al mundo. Pero Chávez ha aprendido a surfear esa ola muy bien, y puede que hay otros que se presten a seguir en su estela.
Por Javier Corrales