Por Manuel Malaver
Si la caída alarmante de la producción petrolera venezolana está conmocionando al país, no es sólo porque se trata de la industria responsable de aportar el 70 por ciento de las divisas que ingresan al torrente de la economía, sino también porque involucra a una empresa estatal, Pdvsa, que fue desde su fundación el buque insignia del desarrollo nacional.
Quiere decir que cualquier daño a la industria y a Pdvsa, ya sea que se refiera a rezagos en la adquisición de tecnología de punta, cese de la política de inversiones, comprometimiento de la autonomía financiera, caída en los niveles gerenciales y pérdida de mercados, afecta al corazón del total de la economía, paralizándola y haciéndola retroceder a los tiempos en que Venezuela era un país agrícola y pastoril, mercantilista e importador y de escasa presencia en los mercados mundiales.
Que fueron exactamente los fantasmas exorcizados durante los últimos 70 años, cuando los venezolanos conscientes de que el petróleo ofrecía una oportunidad de oro para salir de los males que casi hacen desaparecer al país en la segunda mitad del siglo antepasado, emprendieron el esfuerzo sostenido que nos actualizó con el siglo XX y un futuro promisorio.
En ese empeño, en ese colosal empeño, la industria petrolera, fuera que estuviera en manos de empresas extranjeras o del Estado venezolano, cumplió un rol creciente, fundamental e insustituible.
Cuan conscientes estaban los venezolanos en constituir a la industria petrolera en el motor de la economía, puede percibirse en el hecho de que, una vez estatizada la industria y creada Pdvsa a comienzos de la década de los 70, se tomaron todas las previsiones para que la nueva empresa aumentara su rentabilidad, exponenciara su eficiencia, contara con los mejores recursos humanos, tuviera autonomía financiera, accediera a los mercados mundiales y se enfrentara a las compañías del ramo de los países consumidores y productores que pasaban a ser sus competidores.
Demás está decir que lo logró y Petróleos de Venezuela pasó a ser la estatal petrolera mejor administrada y rentable del mundo, con un primer lugar en el ranking de las empresas petroleras más exitosas de América y el quinto entre las mundiales.
¿Cuál fue la clave del éxito? Pues que como escribe el gerente y experto petrolero Alberto Quirós Corradi, en el artículo ³Pdvsa no funciona² publicado en El Nacional del domingo: ³Pdvsa se consideró como empresa estatal, pero bajo un régimen de funcionamiento de empresa privada.
Sus objetivos eran producir petróleo y productos refinados lo más eficientemente posible; comercializar estos productos a los mejores precios y establecer presencia en los mercados de hidrocarburos más eficientes del mundo...² .
Y para ello fue indispensable ³la adopción de sistemas profesionales de evaluación de personal, de administración de salarios y planificación de carreras². O sea, todo lo que se llamó ³el sistema meritocrático, de formación de técnicos y gerentes en las distintas áreas del negocio petrolero².
Políticas y directrices que empiezan a ser desechadas cuando el gobierno de Hugo Chávez proclama que ³la meritocracia² es un invento de la oligarquía, del neoliberalismo salvaje y del imperialismo y que bajo su gobierno Pdvsa será del pueblo y no de sus gerentes, técnicos, expertos y trabajadores.
Y al rescoldo de esta política torpe y criminal se persigue al personal calificado de Pdvsa y se aprovecha el paro petrolero de diciembre del 2002 para excluir de sus filas 20 mil trabajadores no afectos a Chávez que son sustituidos por militantes del partido oficial y revolucionarios ³patria o muerte².
En realidad lo que está muriendo es la patria donde la industria petrolera era rentable, y se contaba con aquella Pdvsa calificada por agencias de avalúo de gestión independientes como la empresa estatal petrolera mejor administrada del mundo y quinta empresa petrolera en el ranking mundial.
Queda apenas un cascarón vacío donde cursan gigantescas corruptelas, una caída en picada de la producción, cero inversión, pérdida de la autonomía financiera, desplazamiento del personal calificado por políticos y hombres de partido y alejamiento de sus mercados naturales porque y que ³la revolución lo impone².
O sea, un barco a la deriva que sobrevive por los providencialmente altos precios del petróleo ¿pero hasta cuándo?
Queda apenas un cascarón vacío donde cursan gigantescas corruptelas, una caída en picada de la producción, cero inversión, pérdida de la autonomía financiera...
Manuel Malaver
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