Nos conocimos en el 2006, durante la campaña de Rosales ¿Te acuerdas? Tus encuestas en aquel entonces eran una fuente de información muy valiosa para entender el entorno político-social. Creía conocerte, y valorar tu seriedad, tu empeño en llegar a la verdad de las cosas. Por esta razón me dan tanta lastima tus afirmaciones hechas en un recién programa de televisión este fin de semana, según las cuales la brecha entre Capriles y Chávez está creciendo a causa del supuesto odio que genera la campaña de Capriles. Luego, para rematar, utilizas las mismas descalificaciones que usa el oficialismo, lamentando el supuesto hecho de que a la oposición le falta “inteligencia” para competir con el oficialismo.
Creía conocerte, como hace mucho tiempo creía conocer a otro sujeto, Félix Arroyo, que hoy funge de Secretario de Organización de AD y que hasta hace poco era el delegado de la MUD frente al CNE. Por lo menos él estaba identificado desde hace tiempo, cuando manejaba las bases de datos en su condición de jefe del REP y luego del Saime dentro del CNE, como ficha de Jorge Rodríguez y Francisco Carrasquero. Tú, sin embargo, trabajabas para las que creíamos eran las fuerzas democráticas de este país, y nos aconsejabas en cómo entender el sentir del pueblo y neutralizar la propaganda chavista. En ese entonces pensaba que tú eras una persona seria.
Ahora que te conozco mejor, a través de tus últimos patéticos espectáculos mediáticos, recitando guiones que son tan evidentemente elaborados por los propagandistas del régimen, repitiendo sin rubor ninguno sandeces y pobres lugares comunes sacados de algún texto de sociología para novatos, tratando de figurar como un profesional serio en lugar del vulgar mercenario que resultaste ser, ahora que te conozco, de verdad, lo que siento por ti es lástima. No arrechera, tampoco indignación, como sienten muchos, que ven en ti a otro “vendido” al chavismo, sino lástima.
Se dice que cada quien tiene su precio. Bueno, amigo, el tuyo resultó ser bien barato. Como tantos otros inteligentes profesionales y políticos de este país, hombres y mujeres con un futuro brillante delante de ellos, te vendiste por un puñado de dólares.
Quizás para ti este salto de talanquera no es más que una jugada táctica, una manera de comprar ese apartamento en Miami que tantos venezolanos anhelan. No, señor, es mucho más grave que eso. Esto es un juego, muy, muy peligroso, en el cual te estás metiendo.
Como bien sabes, el gobierno tiene montado un fraude masivo para el 7 de octubre. Una parte clave de ese fraude son los 4 a 5 millones de electores virtuales, o fantasmas, que el gobierno viene inventando e inscribiendo en el REP desde hace diez años. Esos “votantes” “votarán” en los 8 mil centros de votación que han sido creados desde el 2003, donde solo hay una o dos mesas, donde la oposición nunca tiene testigos y que casi nadie sabe dónde cuernos están ubicados. No importa, porque ahí votan principalmente los “fantasmas” y ellos no tienen que desplazarse el día de la elección; ya están listos – en la base de datos que diseñó Félix Arroyo- para votar en masa en las últimas horas de la jornada de votación.
Tú que eres hombre de estadísticas sabes que entre el 2003 y el 2012 la población creció en un 14%, y el REP en un 58% ¿Qué tal? Fácil de ganar elecciones así ¿no es cierto?
Pero no solamente eres un hombre de estadísticas, eres también algo sociólogo, si mal no recuerdo, así que entiendes de psicología de masas. Y sabes muy bien que un fraude electoral del tamaño que se va a perpetrar en octubre – porque, estemos claros, tanto tú como yo sabemos que el chavismo no representa mucho más del 35% de la población – no sólo depende de una eficiente prestidigitación tecnológica.
Sabes bien que para que este fraude sea avalado por los líderes de opinión complacientes y por gran parte de la dirigencia opositora, necesita aparentar cierta verosimilitud. El margen de victoria de 26 puntos de Chávez sobre Rosales en 2006 no resultó convincente para nadie, pero al menos pareció plausible.
Entonces, ¿Cómo hacer que un candidato que ha perdido el apoyo del pueblo luzca como un verdadero ganador el día de las elecciones? Hay que librar una muy inteligente guerra psicológica para hacer creer durante la campaña que ese candidato está subiendo cada día en las encuestas, y que el candidato opositor está perdiendo terreno.
Ahí es donde tú y tus colegas juegan un papel muy importante: hacerle creer a la ciudadanía que un candidato terminantemente desgastado está reviviendo, cogiendo de nuevo fuerzas inusitadas, mientras que el candidato opositor está menguando, perdiendo brillo, y que va derecho a una segura derrota electoral.
Es fácil manipular a la opinión pública ¿No? Yo que he trabajado durante casi 40 años en el campo de la asesoría electoral, conozco los trucos. Para mí – y para muchísimos venezolanos que no tienen mi experiencia, pero sí tienen mucho sentido común y ven más allá de las apariencias — todo lo que tú y algunos de tus colegas están haciendo en este sentido es muy fácil de comprender.
Sabemos por qué el chavismo quiere retrasar las elecciones, y tú también. Necesitan preparar a otro candidato, montarlo y proyectarlo desde su maquinaria propagandística, cubrir el país de afiches y las pantallas de televisión para hacerlo conocer, y eso toma tiempo. Mientras tanto, el verdadero trabajo propagandístico lo hacen ustedes, los encuestadores que trabajan para el gobierno, haciéndonos creer que hasta el hombre casi muerto – u otro, más gris, sin carisma- está subiendo como la espuma y que Henrique Capriles está cayendo como un plomo.
Lo que muchos no entienden es por qué Eduardo Fernández, Lewis Pérez, Kiko y algunos de los dizque dirigentes de la oposición también están trabajando también para postergar la fecha de las elecciones. Tenemos nuestras sospechas… un día lo sabremos. Todo termina sabiéndose temprano o tarde, en este país.
El proxenetismo político es un oficio tan antiguo como su variante sexual. Pero qué lástima da ver a gente inteligente, con futuro, meterse en eso. ¿No te has dado cuenta que el dinero es efímero? ¿Fueron tan pobres, tan desolados, tus años de formación ética, académica y profesional que en algún momento tomaste la decisión de que no podías rechazar un puñado de billetes sucios y hasta ensangrentados? ¿Nadie te inculcó un mínimo de amor propio, de vergüenza, de valores y principios cuando eras más joven, cuando soñabas, como sueñan todos los jóvenes -y hasta los no tan jóvenes- en un mundo mejor?
La respuesta la tendrás tú. Pero si no despertamos, si no desenmascaramos a tiempo a los que traicionan los más elementales principios de decencia, las consecuencias de esta perfidia tendremos que sufrirlas todos.
Eric Ekvall
@corpstratcom
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