Unidos y con la férrea voluntad de no dejarse quitar lo es de ustedes, y que tienen la obligación de defender para aquellos que detrás vendrán, les aliento a proseguir en la difícil lucha.
El Hospital Vargas de Caracas, así, a secas, con 117 años a cuesta, es otro blanco de la revolución para borrar la historia, en este caso, de la medicina nacional, y así, implantar otra foránea, el adefesio cubano que sirve de propaganda al dictador de turno; una medicina donde se utiliza al paciente como un objeto, donde no hay bondad ni solidaridad, sólo mendrugos e interés político.
Nunca hubo una institución de salud con tanta mística y que hubiere resistido los avatares del tiempo y la ponzoña de la maldad. Los bajos sueldos y los malos directores nunca fueron óbice para que fuera semillero fecundo de médicos, postgraduados y nuevas generaciones de profesores de medicina.
En 1958 un grupo de tercos visionarios impidieron que fuera transformado en un asilo de ancianos y así surgió
El Complejo Médico Asistencial Vargas, gran anhelo de la comunidad vargasiana y que asociaría la modernidad al viejo recinto: un edificio de consultorios y hospitalización solidaria para pacientes privados que permitiera la autogestión, fue borrado de un plumazo por esta gente indigna, de mal vivir y de superlativa vileza, que solo deja a su paso eriales de abrojos y espinas.
Médicos, graduados en sus recintos, se olvidan que también fueron estudiantes, que allí de sus pacientes y maestros venezolanos y en libertad, bebieron de sus saberes y ahora, aliados a estrategias del invasor extranjero isleño, se unen a su destrucción empleando el lenguaje de la involución.
Asco da oírlos hablar vendidos al mejor postor…
Rafael Muci-Mendoza
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