Prof. Julio Campos. Fac. Medicina, UCV.
En un artículo publicado en varios periódicos nacionales, luego de haber satanizado la disidencia en el pasado reciente, el profesor Luis Fuenmayor, director de la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), sorpresivamente invita a los profesores universitarios en general y a un grupo de ellos en particular, a que reflexionemos para que en el referendo votemos por el NO y de esa manera permitirle a él continuar trabajando por las universidades y al presidente Chávez que continúe construyendo la patria nueva y digna.
No sé que tiene de nuevo, digno, ni mucho menos democrático, un proyecto cuyo objetivo es el poder y no el país. Un proyecto que pretende entronizar el militarismo, el caudillismo, el autoritarismo, el populismo demagógico en su más alta expresión, el culto a la personalidad del líder que todo lo decide y en torno a quien se han ido estructurando modalidades de control absoluto y abusivo del poder (Fuerzas Armadas Nacionales; Tribunal Supremo de Justicia; Asamblea Nacional; Fiscalía; Defensoría del Pueblo; Consejo Nacional Electoral; paralización de la descentralización; la des-institucionalización del país; el manejo del erario con total discrecionalidad a la sombra de la cual se ha multiplicado exponencialmente la corrupción previamente existente, reproduciéndose el fenómeno del nuevo-riquísimo de origen político; etc.). Lo nuevo es que todo se está llevando a cabo manteniendo la fachada del juego democrático, o como lo ha llamado el sociólogo Tulio Hernández: “el Neoautoritarismo”. La dictadura constitucional.
Cuando el profesor Fuenmayor se refiere a su trabajo por las universidades no puedo evitar vincularlo a la forma como se ha reflejado la política oficialista (y de ella no puede desvincularse la OPSU) en la vida universitaria.
Frente a los problemas, fallas y vicios del sistema universitario, que en su momento lo acompañamos a él en su combate, ahora contando con el poder político de un proyecto supuestamente “revolucionario” ¿cuál ha sido la respuesta?
En lugar de promover, estimular y dirigir la discusión democrática e institucional dentro de las universidades y así lograr los cambios necesarios y deseados; se procede a construir y apoyar la Universidad Bolivariana de Venezuela. Es decir, una estructura paralela que como lo dijo la profesora Marina Polo (coordinadora nacional de currículo y organizadora inicial de ese proyecto) “dejó de ser un proyecto de estado para ser un proyecto de un gobierno”, de un partido que está creando “su” propia burocracia universitaria. Esta política multiplicará los vicios del sistema universitario nacional.
En el caso de la UCV, además debemos señalar como la política oficialista ha secuestrado a la Asociación de Profesores (APUCV) impidiendo la realización de elecciones democráticas desde hace más de tres años, manteniendo al frente de la asociación gremial una directiva sin la legitimidad debida y con una gestión dictatorial, sin consulta al gremio. Otra arbitrariedad lo constituyen los cambios adelantados en el Hospital Universitario de Caracas, de manera inconsulta, sin respetar ni los convenios ni la histórica vinculación del centro asistencial con la Facultad de Medicina.
Siguiendo en el mundo gremial científico, es digno de hacer referencia al caso de ASOVAC (Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia) en la cual se instauró una dirección de tal sectarismo que solo promueve o acepta a quienes son incondicionales del comisariato político, así no tengan credenciales académicas.
En otro ámbito, aunque relacionado, frente al abandono progresivo al que fue sometido el sistema de salud por los últimos gobiernos adeco-copeyanos (luchas gremiales en las cuales también participó el profesor Fuenmayor). ¿El chavismo con mayoría absoluta en el congreso aprobó una ley nacional de salud con carácter de política de estado y recuperó las redes de medicaturas, dispensarios y ambulatorios? ¿Mejoró el salario y recuperó el empleo médico venezolano? No.
Frente a esto la respuesta ha sido abandonar más a los hospitales, dejar de lado medicaturas, ambulatorios e instalaciones existentes, crear lo que se perfila como red asistencial paralela totalmente controlada por “el partido”, sustituto del estado, empleando profusamente personal extranjero (significa lo mismo que sea cubano, norteamericano u otra nacionalidad) en detrimento del empleo médico venezolano. Una gestión asistencial efectista con finalidad proselitista más que resolutoria a largo plazo de los problemas de salud.
En el sistema educativo nacional, también deteriorado progresivamente en las últimas décadas, la acción de gobierno ha estado dirigida desde un principio a la creación de una red paralela (escuelas bolivarianas) que le permitiera la cuota de control de recursos y reparto burocrático al sector político de la alianza oficialista que se encuentra al frente del sector de educación.
En PDVSA, excusándose en los errores o fallas existentes, han sustituido la vieja estructura gerencial por una que le da al partido, o peor aún a “grupitos”, el control directo y totalmente discrecional de los inmensos recursos generados por el petróleo, saltándose controles, que medianamente en el pasado, permitían al estado al menos cierta regulación de su utilización. La cantidad de nuevas fortunas personales surgidas en este aquelarre de corrupción, frente a la miseria creciente, es una afrenta a la dignidad del país, ya menoscabada por la corrupción del pasado.
La lista continúa donde este proceso se repite con características similares en todas aquellas instituciones estatales donde el gobierno ha logrado el control total.
Es decir que este gobierno está haciendo lo mismo que el criticado puntofijismo cuando sustituyó la burocracia perezjimenista para construir su propia plataforma clientelar, pero superándolo al llevar adelante una estrategia perversa en la cual se está creando un aparato estatal paralelo que pueda ser controlado férreamente por el César.
Esto es lo que significa el NO en el referendo del 15 de agosto. Un proyecto por el poder, no por el país.
El SI puede significar la posibilidad de que esto no se dé. Entre los sectores que están por el SI, no me cabe la menor duda de que una parte de ellos, constituidos por la vieja dirigencia partidista, sindical y empresarial neo-oportunistas, no ha entendido o no quiere entender, pretende la restauración del pasado y busca llegar a acuerdos de gobernabilidad sin democratizar la discusión e incluso han pretendido hacerlo de espaldas a la gente. No me sorprendería que se produjesen acuerdos solapados entre los viejos y los nuevos saqueadores del país.
Pero la gran mayoría de venezolanos que están por el SI, tampoco quieren el pasado, siguen esperando los cambios que en su momento, esperanzados, creyeron que la propuesta de Chávez les brindaría.
De tal forma que amanecerá el 16/8 y la conflictividad social y política continúa.
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